martes, 28 de diciembre de 2010

jueves, 9 de diciembre de 2010

ALGO MAS DE PROSA DE MIS AMORES

Me voy,
Ahora desnúdate
Y dame tu piel;
La piel de ilusión
Con que te vestí una vez.
Me voy,
Te dejo el sabor a la mañana,
La frescura del alba.
Puedes también quedarte
Con el brillo de la noche
Y toda su pasión.
Te dejo la carne,
La humedad de tus labios
Te dejo mi adiós.
Pero no puedo irme
Sin tu piel de ilusión
Y no intento robarla
Pero es demasiado mía
Y ahora que me voy
Me llevo la piel
Con que vestí este amor.

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Más tarde
el sol nos abandonará
Y todas las aves
buscaran sus nidos
La luna saludará a sus vecinas
y entre todas
abrirán la noche.

Más tarde
el mar golpeando
hablará a tus rocas
evocando mis poemas.
El hada del sueño
mariposa embelezo
revoloteará ligera
y el duende insomnio
palmeará mi cara.

Como corriendo a la vida
como escapando a la misma
Se unirá el lucero
al resplandor de la mañana;
Y entonces
Más tarde,
mucho más tarde
Todo esto se repetirá
Pero…
¿Cuánta luz y sombra
mis ojos verán?

miércoles, 24 de noviembre de 2010

THANKSGIVING DAY!

La tradición de este día, se cree, comenzó en Plymouth Plantation , Massachussetts en el año 1621, como una celebración de la cosecha en la que los indios nativos americanos de la zona, los WAMPANOAG, ayudaron a los pilgrims (peregrinos) que arribaron a esas tierras procedentes de Europa. Tambien hay autores que situan el acontecimiento mucho ante, en el año 1565 en San Agustin, Florida y entre españoles e indios americanos. Pero sea cual sea el lugar del primer Thanksgiving day, lo cierto es que es el ùnico día en que un país entero dedica al menos unos minutos para hacer una oración de agradecimiento a su Dios, por fortuna no tiene una denominación específica y cada quien puede agradecer a su personal modo de sentir, pero lo mas importante, a pesar del consumismo y de ser una ocasion para descansar, o para fiestar es que realmente nos acordemos, al sentarnos a la mesa, de que Dios, nuestro Dios, aun si el tuyo es la Madre Naturaleza o Jehova, o Ala, o tal vez un orisha mayor, pero es Dios para ti; nos ha bendecido con miles de regalos, en salud, en afectos, en trabajo, en familia, es mas ; nos ha dado el dia y la noche para que lo disfrutemos, nos dio luz en los ojos para comtemplar sus maravillas creadas, nos permite tener rasocinio y sabidutria para que crezcamos en amor y lleguemos a ser lo que fuimos creados para ser.
Por eso, si ningùn otro día lo haces, hazlo mañana, abre tu corazón y dile : GRACIAS SEÑOR, RECIBO Y ACEPTO TODAS TUS BENDICIONES!!!!!!!!!!!!!!!
QUE TENGAN UN MUY FELIZ DIA DE ACCION DE GRACIAS Y QUE DIOS LES BENDIGA!!!!!!!!

domingo, 14 de noviembre de 2010

Ryan Y su Abuela Susy

UNA NUEVA VIDA

Hoy es un día sumamente importante no sólo para mi sino para todos los familiares y amigos de Osmel y Adriana. Hoy Dios, Nuestro SeÑor, abrió las ventanas de los cielos y derramó todas sus bendiciones con el nacimiento de RYAN, un pequeñín de 20 pulgadas de largo y 8.04 libras, que llegó con los ojos abiertos para ver a sus abuelas y padres amandole desde Ya.
Ryan es el hijo de My Boy, aquel que fue tan inquieto y travieso, tan tierno y cariñoso que a partir de hoy aprenderá a ser padre y estoy segura que será el mejor.
GRACIAS SEÑOR POR ESTA GRAN BENDICION!!!!!!!!!!
Y QUE DIOS LE TENGA SIEMPRE EN LA PALMA DE SU MANO.

viernes, 12 de noviembre de 2010

No se si eres
una piedra diminuta
que cualquier zapato empuja
O una más grande
que nos mezcla en la caída.
No se si eres consciente
de tu gravitar en la vida
o si consumes los pasos
con el mismo apetito
que en la digestión.
Se,
que tu bolsa carga
sueños sin satisfacer.
Se,
que tu mirada se pierde
de uno a otro placer.
Pero no se,
si existe un hoyo,
un gran agujero negro
donde todo lo dejas caer.
Tu corazón hambriento,
tu alma sedienta esta.
En búsqueda perpetua
sigues,
pero tengo la seguridad
que ignoras lo que buscas
Y no sabes
adonde vas.

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Duerme tranquila
Seguidora
Yo tengo mi paz
Se que acechas
que a todos esperas
Y que ninguno
desea verte llegar
Quizás
no seas tan negra
y tu rostro sea plateado
Quizás
tu voz no sea un trueno
y si un calido susurro
Tal vez
no provoques miedo,
Tu imagen sea sensual
y traiga paz.
Pero prefiero olvidarte
Me siento más segura
si hago como si no existieras
Y pienso
que siempre hay mañana
y que mis días no acaban.
Por ello,
humildemente te pido,
si puedes
Piérdete de mi camino
Te quedare agradecida,
Mi Muerte.

jueves, 28 de octubre de 2010

AL MAR

Como a las viejas tristezas,
te añoro.
Como al lejano amante,
te extraño.
Como a un perdido amor,
te sueño.
Me refugio en tu recuerdo
cuando hablo de nostalgias.
Me ilusiona tu imagen
impresa en mi memoria
Y una mirada azul
evoca tu condición.
No se si dejaste huellas
por la paz de tu color,
o si cruelmente enfurecido
nos unía una misma sensación.
Tal vez,
fueron las olas
hijas de tu pasión
o quizás la profundidad,
lo inmenso y desconocido
lo que atrajo mi devoción.
Se que estas
junto al más dulce recuerdo
como meciéndome en una canción
Y estas
de la mano de lo más terrible
como arma de defensa
como espada de traición.
Pero siempre,
dentro de mí
necesitándote,
Y
aunque se te de todos,
mi egoísmo
te hace mío.



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Esta puede ser
una noche cualquiera
de un verano común.
Una brisa caliente
abrazando una habitación.
Afuera,
el ruido habitual,
un auto que pasa,
una voz.
Y quizás
alguien se mueve
en la otra habitación.
Puede ser
una noche que trae placer
que recorre las horas
y llega a su final
Pero es tu noche,
eres tú.
Es la noche
de tu intimidad.

sábado, 16 de octubre de 2010

Hay un mito
que une mi vida a tu ausencia
Es como un viejo secreto,
que solo compartimos tú y yo.
En lo más simple de mis costumbres
hay un sello tuyo.
Como una pequeña firma
al borde de un cuadro.
No te pienso consciente,
ni te evoco en recuerdos
Sencillamente estas aquí
porque estoy yo.
Se que te fuiste,
pero no acierto a saber
¿Qué nos separa?
Una voz que no oigo,
unos ojos que no veo,
unas manos blancas y suaves
que ya no me acarician.
No,
no es cierto
Todo eso lo tengo
lo diste tanto
día a día,
año tras año
Que su efecto aun perdura.
Sin embargo,
se que te has ido
y te siento aquí,
aunque ya no estés.


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Bohemia sin proponérmelo,
errante
y sin reposo.
Llevo sueños en mis ojos
y dura realidad
en mis hombros.
La mirada se extiende al mañana,
desgarro día a día el presente.
Hay un cuerpo
en el que habito,
inyecto en mis venas
la fuerza del será.
Es una lucha informe
con pocas armas
con miles de heridas,
contra almanaque y ocasión.
Tiempo pido, que es mi tiempo,
ni vencido
ni vencedor
Solo quiero al tiempo
como mi aliado mejor.

viernes, 1 de octubre de 2010

PROSA DE MIS AMORES

Son reminiscencias, reminiscencias melancólicas, si se me permite la licencia. Reminiscencias de antaño porque todas las reminiscencias son de antaño. Son la vida vista desde después; después que transitas los 50,¡ qué paso tan decisivo son los 50! Nunca lo sabrás hasta que llegues, si es que llegas.
Aquellos que nunca conocieron esa edad, fueron muy felices y se perdieron grandes experiencias, que paradójico es vivir .Vivir, que parece ser no mas que dejar pasar los años; es sin embargo experimentar cambios, sufrir experiencias, tener vivencias. Es algo maravilloso, yo en lo personal admiro a los de 90. ¡Caray cuanto han vivido! ¡Cómo saben! Porque también el conocimiento esta condicionado a la extensión de la vida, lo creas o no por más ignorante que seas, sí vives mucho, no se si aprendiste mucho pero la oportunidad tuviste.
En fin, son reminiscencias, como antes decía, y también dije de antaño porque esa palabra lleva implícito la melancolía y el tiempo. Ese divino aliado-enemigo que, todo lo vuelve y todo lo arregla- empeora. Cuando yo era muy pequeña mi frase favorita era ¿Por qué?, hoy también me la pregunto, sólo que ya sé que no tiene respuesta, y que si la tiene, no nos satisface. Ves, así es la vida, paradójica.La mayor parte de las veces cuando aprendes algo, ya no te sirve y cuándo necesitas la experiencia aun no la tienes, ¿Qué me cuentas? Así es.

Solo tus ojos iluminaban la estancia
Había un raro destello
que todo invadía.
Un fulgor en mi vida
y un grato reflejo en mis actos.
¡De que forma me alucinaste!
Eras una espiral
que en ti comenzaba
sucediéndose en mil vueltas
para caer en el punto de partida.
Una fuerza arrolladora
rebotando hacia el fin.
Un fin enérgico
de toda naturaleza.
Porque de ella emergen,
poderes inusitados.
Que como un huracán
arrancan gemidos
y hacen crujir a los sentimientos.

sábado, 25 de septiembre de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA VIII

- A propósito-dijo él dándole un sobre- estos son tus honorarios.
Ella tomo el sobre, lo abrió y más aún abrió sus vivarachos ojos color café
- Esto no puede ser cierto- exclamó-¿Quién nos pagó?
- Nos pagó Tony, pues al final y pese a que él no pensaba reclamar la herencia, la recibirá y entonces podemos decir como en los cuentos infantiles: colorín...
- No, no- le coartó ella- aquí, después de tanto susto, intriga y engaño, diremos con una gran sonrisa: Andrea, bien merece una misa.

viernes, 10 de septiembre de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA VII

- Tony el que conocíamos fue un invento del marido de Andrea. Este tipo estaba tras el dinero de Andrea, sabiendo de las crisis nerviosas que su mujer padecía le pagó a este doctor Fernidandi, aquel que vino poco antes del último viaje de ella a Suiza, este tipo le recetó al parecer, y esto está aun en proceso de investigación en Suiza, ciertos fármacos que aceleraron su enfermedad.
- Espera- interrumpió ella- la carta que Michelle le escribió- él la calló con un ademán.
- En efecto, al parecer los planes de este ambicioso hombre eran enloquecerla, internarla y administrar su fortuna, que además pensaba compartir o más bien disfrutar con Michelle, pero al esta enterarse, escribió esa nota en la que no sólo le pedía perdón a su amiga por haberla engañado sino que le decía los planes del señor Lujan, planes que ella no compartía, ella sólo tenia una relación pasional con él sin la mayor trascendencia.
- Le costó la vida esa relación- recalcó Ibet.
- Bueno, le costó la vida su acto de decencia, porque la cosa fue que él la pillo escribiendo la carta, no esta sino otra que él rompió pero que decía lo mismo.
- Esa fue la discusión que Miriam escuchó” eso es un delito”- repitió Ibet
- Exacto, hoy estas muy alerta y atinada- comentó él.
- No creas, no acabo de entender es cómo se enteró de lo del hijo-
- Ah, eso fue casi una casualidad, cuando él se la lleva a Suiza, aparentemente por ordenes del doctor, los medicamentos que le aplicaban la pusieron tan fuera de si que deliraba y en su delirio habló de un hijo, también mencionó el nombre de Antón, pero lo único que sacó en claro Lujan, después de mucho averiguar fue que, el dichoso sacristán le dijera que el niño había muerto.
- ¿Y el testamento?- indagó Ibet.
- Cuando ya Andrea estaba recluida en esta clínica, Lujan quiso cubrirse las espaldas, pensando que quizás el sacristán mentía, le hizo firmar un testamento que por supuesto no tiene validez alguna, esa pobre mujer ya para ese entonces estaba totalmente desquiciada.
- ¿Cómo murió?
- Esa es otra historia. El doctor Antón Dapue, ¿tienes café?- preguntó Oscar- creo que esta parte es la que más te va a gustar- suspiró- es tan romántica- dijo en tono burlón.
- Esta bien, nada más porque yo también lo necesito- dijo ella en camino a la cocina- pero no pares, tú puedes hablar en lo que yo lo preparo.
- Sí, que así sea- dijo resignado- Hace muchos, tantos como 21 años, Andrea había tenido su primera crisis nerviosa, fue cuando le diagnosticaron su trastorno bipolar, ella se encontraba en un centro de esquiar en Suiza y allí conoció al recién graduado Antón que para aquel entonces hacia practicas medicas en dicho lugar, ya sabes, atendiendo a los que se lesionaban o algún huésped que se enfermara. En fin que, a pesar de que ella recurrió a él como paciente, terminó como amante, según recuerda él vivieron un romance digno de película de hollywood y el fruto de ese amor es Tony.
- Si fue tan bello el idilio, ¿Qué paso?- preguntó Ibet sirviendo el café.
- Ella, Andrea estaba comprometida para casarse con Lujan, a quien por supuesto ella no quería pero su padre así lo había decidido.
- Por favor- interrumpió ella de nuevo- en este siglo. ¿No podía ella haberse negado?
- Al parecer estas dos familias tenían deudas pendientes, los Lujan y los Calzadilla habían tenido negocios en el pasado y el padre de Andrea había dejado sin un peso a su socio por lo que era el matrimonio de su hija o la cárcel, bueno no me mires así, estoy repitiendo lo que según Antón, Andrea le contó. El caso es que ella lucho un poco pero finalmente no le dijo a su padre lo del embarazo y Antón le pidió quedarse con el niño. Ella accedió pero los remordimientos le acababan. Cada vez que viajaba a Suiza era con la esperanza de tener el valor de decir la verdad, cosa que nunca hizo.
- Ok, hasta aquí el drama amoroso, ahora dime, ¿Cómo murió?
- Esta última vez que le ingresaron, Antón estaba haciendo un trabajo en la clínica mental del distrito montañoso y la vio, como Lujan no le conocía, él se las agenció para llevársela para su propia clínica, desgraciadamente cuando esto pasó ya Andrea tenia muy débil el corazón producto de los medicamentos y aunque el doctor Dapue le cambió todo el tratamiento y en cierta forma ella se empezó a recuperar, al cabo de dos años, murió
- Pobre mujer, tanto dinero, tanta popularidad y que vida tan desgraciada- Ibet quedó pensativa- y lo que más me duele es que haya tenido remordimientos; es verdad que cometió- ella iba a continuar con sus elucubraciones, pero Oscar la interrumpió.
- Al final, siempre la vida nos recompensa de alguna manera Ibet, cuando Antón se la llevó, ya el marido no volvió a aparecer, ya tenia su testamento, pensaba que el hijo estaba muerto como le había dicho el sacristán y a propósito antes de que me preguntes, el chico mató al sacristán porque este se había echado para atrás y quería contar la verdad. Pero esta es la mejor parte, Antón habló con ella mucho porque cuando él le puso el tratamiento adecuado, ella se recuperó en un 85%, quiso ver a su hijo, le pidió perdón al muchacho y según Antón, murió sin remordimientos.

sábado, 28 de agosto de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA VI

- Bien doctor- comenzó diciendo Oscar- ¿Estaba realmente enferma esta señora?- fue la primera pregunta que se le ocurrió, pues como estaban las cosas, todo era posible.
- Le diré señor...
- Llámeme Oscar, por favor- dijo terminando la frase.
- Bien Oscar, la señora Andrea Lujan desde joven fue diagnosticada con el trastorno bipolar, por si no estas muy relacionado con el termino le explico que este trastorno se caracteriza por episodios en los que el estado de animo y los niveles de actividad del paciente están profundamente alterados de forma que la alteración unas veces consiste en un estado de animo exaltado y gran nivel de actividad, fase maniaca; y en otras disminución del animo y descenso en la vitalidad y actividad, fase de depresión, según aparece en su expediente la primera crisis, al menos que fuera registrada fue en esa ocasión en que estuvo internada en la clínica del distrito montañoso, posteriormente, desconocemos si tuvo el debido tratamiento en su país, pero hace dos años volvió a ser internada en la misma clínica con una muy fuerte depresión.
- Doctor, usted la conoció cuando su primer ingreso, ¿sabe de la existencia de ese hijo?- le cuestiono Oscar.
- Permítame preguntarle Oscar, ¿Cómo esta usted seguro de estar representando al hijo de la señora Lujan?
- No doctor, yo precisamente estoy tratando de esclarecer ese vínculo, además, debo decirle que alrededor de esta investigación se han sucedido una serie de asesinatos, no se si usted leyó que el esposo de Andrea esta detenido, acusado de la muerte de su amante.
- No, no sabia, creo que será mejor que usted me acompañe a mi casa, usted y yo tenemos mucho de que hablar.

*


- Hola- contestaba Ibet.
- ¿Cómo se siente el sol?- era la voz de Oscar al otro lado del teléfono y del mundo.
- Oscar, que bueno oírte, ¿cómo estas?
- Bien, nunca mejor que ahora- su voz sonaba no solo alegre sino más bien satisfecha.
- Parece que tienes buenas noticias- le respondió Ibet- ya tienes la confirmación de que Tony es el hijo natural de Andrea- afirmo ella.
- Como de costumbre saltas a conclusiones precipitadamente y – hizo una pequeña pausa- estas equivocada.
- No, esta vez no me engañas, tu voz dice que algo muy bueno encontraste.
- Eso si es verdad- confirmo el.
- Entonces
- Entonces estoy de regreso en un par de días, ¿puedes tratar de contactar a Tony?
- Por supuesto.
*


El timbre del teléfono despertó a Ibet, en este caso se sintió muy aliviada pues estaba soñando que la perseguían y se encontraba al final de un callejón, un inmenso muro de piedras era lo único que tenia enfrente y estaba a punto de ver la cara de aquel sujeto, el timbre seguía insistente y a tientas cogio el auricular.
- Amor de la jungla- era la voz de Oscar.
- Oscar, ¿eres tú?- preguntó.
- Si, ¿no te alegra?
- Claro- dijo mirando el reloj que estaba sobre la mesa de noche- a esta hora, ¿Quién otro podía ser?- eran las tres de la madrugada.
- Sabia que te pondrías feliz, ven a buscarme, estoy en el aeropuerto y no tengo un peso- le tiro un beso y colgó.

*

Aquella tarde después que Oscar dejó la carta terminada sobre el escritorio de Ibet, se reuniría con ella en su casa, ella estaba ansiosa, consternada y desesperada, como siempre por saber. Oscar había llegado dos días antes y casi no se habían visto, aquella madrugada en que el llegó le pidió que le llevara a su casa pues necesitaba descansar, no quiso oír sus preguntas y no le contó nada en referencia a su viaje. Después sólo alguna que otra llamada, pero él había estado muy ocupado con la policía y a fin de cuentas lo único que había logrado saber era que, tanto Tony como el señor Lujan serian juzgados y les esperaban muchos años de cárcel.

- Cuéntamelo todo- dijo ella en cuanto le abrió la puerta de su apartamento.- ¿cómo es eso de que Tony mató al sacristán?, ¿Cómo que también la hermana del sacristán esta detenida?
- Calma, calma- contesto él.
- ¿Cómo me pides calma? Casi seis meses en este trajín y resulta que no sé nada- le reprochaba ella.
- Bueno mujer, te contaré- dijo Oscar comenzando el relato- cuando me entrevisté con el doctor Dapue me enteré de que él era el padre de Tony, pero no del Tony que nosotros conocimos, sino del verdadero Tony.
- ¿Cómo esta eso del verdadero Tony?- interrumpió ella
- Ibet, por una vez ¿podrías permanecer en silencio y escuchar?, te aseguro que todo te quedará aclarado una vez que me escuches- ella sonrió y se calló.
- Como te decía este médico le pagó por años al sacristán por su silencio.
- Esos son los pagos que la policía encontró en el cuarto del sacristán- dijo ella terminando la frase.
- Ahora si acertaste- afirmo él.
- Pero, ¿Quién es Tony?

jueves, 12 de agosto de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA V

Ibet llegó a casa de Oscar realmente asustada, su semblante siempre sonriente, su vivaracha mirada, el chispeante brillo de sus ojos, todo había desaparecido.
- ¿Qué te sucedió?- preguntó Oscar alarmado por la palidez que ella mostraba. Ella se le abrazó.
- Tengo miedo- susurró.
- Pero, ¿qué te pasa?- volvió el a preguntar.
- Michelle se suicido- dijo ella.
El no respondió.
- ¿Entiendes qué es esto?- preguntó ella con lágrimas en los ojos- me parece que esto lejos de ser una herencia es una serie de funerales. No me gusta esto Oscar.
- ¿Qué no tenias un felling?- dijo el burlón.
- No juegues, que esto es muy serio- le respondió molesta.
El reflexionó por unos instantes.
- Ibet, tienes razón, esto está muy feo, pero ya no hay remedio, además me atrae enormemente, tengo que llegar al meollo del asunto, hagamos una cosa, coge vacaciones hasta que todo esto termine.
- ¿Estas loco?- exclamó ella.
- No quiero que te arriesgues- explicó él.
- De eso nada, aquí no hay más que dos, pero como los mosqueteros- dijo ella reanimándose-Mira- dijo entregándole el papel que había firmado la hermana del sacristán.
El lo leyó y dijo:
- ¿N o sabrá esta mujer algo sobre la estancia de Andrea en Suiza?
- ¡Aja!, esta vez me adelante. Claro que sabe- Ibet respiró profundo-Oscar, ¿no tienes algo que tomar?
- Si, lo que quieras, pero habla, ¿qué es lo que esa mujer sabe?- insistió él.
- Ella me contó que durante los meses en que acompañó a Andrea durante su embarazo, esta le contaba a ella de los premios que había ganado en Suiza en competencias de esquí.
- ¿Y?
- Nada más- dijo ella decepcionada.
- ¿ Esa mujer no sabe quien es el padre de Tony?- preguntó él
- No, pero eso quiere decir que Andrea había estado en Suiza antes de su embarazo, por lo tanto quizás, solo quizás, el susodicho padre puede ser alguien que ella conoció allá, y hasta quizás quedó engendrado allá- dijo ella como pensando en voz alta.
- No, no es tan descabellado, lo único es que según el médico ni siquiera Andrea sabía quien era el padre de su hijo- reflexionó Oscar.
- Eso no puede ser, a menos que nuestra Andrea halla sido demasiado promiscua- respondió ella.
- No, el caso es que según este doctor Laurente, Andrea sufrió de amnesia.-explicó Oscar.
- ¿Amnesia?- repitió ella poniendo francamente en duda lo que estaba escuchando.
- Como lo oyes, Laurente me llamó hace dos días atrás para decirme que había encontrado en su casa el expediente de Andrea, que si bien no me lo podía mostrar si podía decirme que el nombre del padre no figuraba porque la señora Lujan había sufrido un proceso de amnesia post parto y que si en algún momento había recuperado la memoria en lo referente al padre de su criatura él no lo sabia.
- ¿Dónde has estado durante todo el día?- le reclamó él cuando ella se apareció a las tres de la tarde a la oficina.
- Pues de lo más entretenida, te presento a Miriam, la muchacha que trabajó para Andrea- contestó Ibet señalando a su acompañante.
Él la saludo con un movimiento de cabeza y volviéndose de nuevo a Ibet.
- Dime-insistió.
- Esta niña- dijo refiriéndose a Miriam- se encontró una muy curiosa carta-dijo entregándole a Oscar un papel.
El leyó en silencio, caminó por la habitación, encendió un cigarrillo y se volteó diciendo:
- Me voy, ocúpate de todo, voy a estar unos días fuera.
- Espera, ¿no te interesa saber donde estaba yo?- le preguntó ella.
¿Es importante?
- Estaba con la policía.
- ¿Por qué?
- Pues porque esta muchacha le dijo al inspector que me contó a mi todo lo que ella pensaba del supuesto asesinato y además le agregó que yo había estado en la casa averiguando de Andrea.
Él se sentó.
- ¿Y ahora?- preguntó.
- Nada, yo le expliqué a la policía la investigación que estábamos llevando a cabo y le conté lo de la muerte del sacristán y ellos quieren hablar contigo.
- ¿Es todo?
- Si
- Me parece bien, ahora iré con ellos. Tu sácame pasaje para Suiza esta noche o a más tardar para mañana en la mañana. Después te veo- dijo despidiéndose.


Ibet llevaba tres días pendiente al teléfono, le desesperaba no tener noticias de Oscar y cada vez que sentía el timbre salía despedida a contestar. Era domingo en la mañana y no había salido a desayunar, esperando la llamada. Esa mañana el ringar constante la mantenía alerta, pero solo eran llamadas de familiares o amigos. Ahora sí, había pensado a la novena vez de tomar el auricular.
- Hola- respondió al llamado.
- Buenos días- era Oscar a otro lado de la línea.
- Al fin, ¿por qué me has hecho esperar tanto?, ¿donde estas?, ¿resolviste algo?- preguntaba ansiosa.
- Ibet, déjame hablar- dijo en tono enérgico Oscar y ante el silencio continuó- Estoy donde sabes, no te había llamado porque no tenia noticias y aunque no he resuelto nada, al menos me he entrevistado con varias personas del hospital mental donde estuvo recluida Andrea y he sabido que estando ella en el centro de esquiar le dio una crisis nerviosa y la recluyeron por unos meses, de lo que no aparece registro es de que halla estado hospitalizada recientemente. Necesito que me averigües si hay registro de su embarazo allá, pues aquí no aparece nada.
- Claro, lo haré-respondió ella- pero dime una cosa, ¿nadie la vio por Suiza en los últimos tiempos?
- No, aquí la recuerdan algunos, pero cuando era joven. Habla con el doctor Laurente, con la hermana del sacristán y si es preciso con el marido de Andrea. Te llamaré mañana en la noche.
- Lo haré, no te preocupes, ¿Y tú que harás?
- Mañana te cuento, By- dijo el finalizando la llamada.

*

- Buenos días-dijo Oscar en la recepción de la clínica.
- Buenos días señor, ¿en que puedo ayudarle?- le contestó la amable recepcionista.
- Mire joven, yo quisiera hablar con el director de la clínica- pidió él.
- ¿Tiene usted cita?
- No señorita pero me urge hablar con él, yo sólo estoy de paso, me marcho esta noche y antes quisiera concertar un negocio con el doctor Antón Dapué- dijo Oscar entregándole su tarjeta.
- Tome asiento señor- contestó ella levantándose.
Oscar obedeció a la muchacha y se sentó en el salón de espera, en el cual permaneció por casi una hora, ya empezaba a perder la paciencia cuando un joven vestido con uniforme de enfermero le anunció que el doctor le esperaba en su oficina. Al entrar en esta un hombre canoso y sonriente le extendió la mano, invitándole a que se sentara en un sofá situado en el extremo opuesto al escritorio de una realmente inmensa oficina.
- Usted dirá- dijo el médico.
- Doctor el asunto que me trae aquí se remonta a hace unos 21 años, estoy aquí porque en la clínica mental del distrito montañoso me informaron que usted en ese entonces trabajaba allí, en esa época estuvo hospitalizada la señorita Andrea Calzadilla. ¿Lo recuerda usted?
- En efecto, yo trabajé por unos años en esa clínica y además sé perfectamente de quien me esta hablando porque la ahora señora Lujan estuvo hace dos años hospitalizada aquí, en esta clínica, donde finalmente murió- respondió el director- lo que no se es que tipo de información busca y por qué.
- Yo le explicaré doctor- empezó diciendo Oscar- yo estoy representando legalmente al hijo de la señora Lujan y si como usted dice ella murió aquí, nadie mejor que usted para darme información,¿puedo ver su expediente?- preguntó
- No, me temo que eso no puede ser, la información de un paciente es estrictamente confidencial; no obstante, si puedo responder alguna que otra pregunta. Déjeme buscar su expediente- dijo el médico saliendo de la oficina.




- Eso es todo señorita-decía el comisario- este sujeto, niega todo pero es evidente que algo oculta. No tenemos pruebas pero estamos seguros que no fue suicidio y aun no se le ha permitido salir bajo fianza. Yo realmente no se donde encaja el asesinato de Michelle Ruane en esta historia que usted me hace del hijo de la señora Lujan, pero le permitiré hablar con el señor Frank Lujan. Acompáñeme- dijo el comisario guiando a Ibet hasta la celda – Tiene visita- le dijo al detenido y les dejo a solas.
- Señor Lujan, mi nombre es Ibet Galinde y la oficina legal para la cual trabajo, representa al hijo de la señora Lujan- se presentó Ibet- Necesito que usted me diga lo que sepa acerca del nacimiento de este muchacho.
- Nada se puede hablar de quien no existe- respondió escueto.
- No me niegue a mi lo que bien sabemos los dos. Usted esta muy enredado en la muerte de Michelle, no siga complicando su situación- dijo ella tratando de intimidarlo.
- Ahórrese sus amenazas muchacha que yo sé lo que hago y por favor déjeme solo- dijo dándole la espalda.
Después de su infructuosa entrevista, Ibet se fue a ver a la hermana del sacristán quien le aseguro que Andrea había regresado embarazada de Suiza. Buscando una confirmación Ibet se dirigió entonces al consultorio del doctor Laurente.
- Mucho me alegra su visita- dijo el médico- precisamente he estado hoy tratando de localizar a su jefe.
- Pues yo tengo gran urgencia en hablar con usted. Fíjese que alguien me ha asegurado que la señora Lujan regresó embarazada de Suiza, ¿puede usted confirmarme si eso es cierto?
- En efecto, yo vi. a la señora a los pocos meses de su regreso y claro que no lo puedo garantizar pero recuerdo que yo también pensé que Andrea había quedado embarazada en ese viaje.- respondió Laurente.
- Entonces así es- reafirmó ella.
- No, espere, yo la vi dos meses antes del parto y con eso no puede decirse que fuera en Suiza donde se embarazó, no es por eso que lo digo, sino porque y para ello es que buscaba al señor Gálvez, recordé que después del parto ella estuvo muy mal de los nervios, un traumatismo post parto, estuvo delirando en varias ocasiones, y recuerdo que repetía el nombre de alguien, nadie de sus allegados reconoció el nombre, en aquel momento se pensó que quizás era algo producto de su mente alterada, pero ahora creo que puede tener alguna relación, el nombre es Antón- concluyó Laurente.
- No sabe cuanto le agradezco su buena memoria doctor- dijo Ibet- y otra cosa, ¿cree usted que su estado nervioso fuera tan critico como para ingresar en un sanatorio?
- Yo, como usted sabe no soy siquiatra pero, creo que si, más siendo una persona adinerada, además era evidente que había sufrido un enorme shock emocional con su embarazo- respondió el médico.
- Dígame doctor, ¿usted no la volvió a ver nunca más?
- No, no solo no la volví a ver, sino que jamás volví a saber de ella.
- Muy agradecida doctor, que tenga muy buenas tardes- dijo Ibet despidiéndose.
Cuando Ibet salió del consultorio del doctor Laurente, llamó a Miriam, a la cual citó para encontrarse en la cafetería Travieso.

*


- He venido todo lo rápido que he podido- dijo casi sin aliento Miriam al llegar.
- Gracias Miriam- dijo Ibet, dándole el menú- pide lo que quieras, mientras escucha, yo tengo el felling de que tú puedes saber algo más.
- Usted tiene, ¿el qué?
- Bueno, da lo mismo lo que yo tenga, ahora no tengo tiempo de explicarte, el caso es que tú debes recordar algo mas- enfatizó.
- ¿Cómo qué?
- Si yo lo supiera ya te habría hecho una pregunta mas directa, piensa, piensa por ejemplo en alguna visita de Suiza- sugirió Ibet.
- No, no recibieron visitas de Suiza- negó la otra.
- Piensa en una llamada de larga distancia, no se, que te halla parecido sospechosa-Ibet le animaba llevándose el dedo índice a la cabeza.
- No recuerdo ninguna- volvió a negar Miriam moviendo la cabeza.
- Haz memoria, los últimos días antes de que Andrea se fuera a Suiza- insistía Ibet.
- Déjeme pensar- pidió Miriam en lo que le daba un mordisco al bocadito que tenia entre sus manos.
- Está bien- dijo Ibet resignada- ve comiendo y mientras tanto piensa, en tanto yo voy a llamar a la oficina a ver si tengo algún mensaje.

Ibet se levantó y salió del establecimiento, creyó que la joven pensaría mejor sin su presencia, aprovechó para recoger unos mensajes, todos de índole personal, en el tiempo que llevaba en esta investigación había descuidado a sus amistades y familia, todos le estaban reclamando, bien mas tarde les atendería.
- Le voy a contar todo lo que pasó- dijo Miriam al regresar Ibet.
- Muy bien, veo que los alimentos nutrieron tu cerebro, te escuchó.
- Mi señora estaba muy agitada porque ella no tenía planes de ir a ninguna parte, pero repetía que era imprescindible marcharse.
- Explícate, por favor- le pidió Ibet-¿Cómo fue que tomó la decisión?
- Todo fue después de la discusión con aquel médico.
- ¿Qué médico?
- El médico que vino a la casa.
- ¿Por qué vino ese médico? ¿Había alguien enfermo? ¿Cómo se llamaba el médico?- preguntaba Ibet con su normal modo de aturdir a preguntas.
- No se, la señora no lo esperaba y él llegó diciendo que ella lo esperaba- Miriam hizo una pausa- el nombre,¿cómo se llamaba?, eso no lo recuerdo, pero si se que después que él vino, la señora decidió el viaje y además se puso muy mal, hasta se enfermó, yo pensé que era por sus negocios porque el señor Lujan me dijo: tenemos negocios que arreglar en Suiza.
- ¿Qué relación tenia Lujan con este viaje?
- Bueno, él vino con el médico.
- Gracias- dijo Ibet dando el último sorbo a su taza de café y salió del establecimiento.

viernes, 30 de julio de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA IV

Cuando Oscar llegó nuevamente al edificio donde vivía José Ignacio, la portera le abordo diciéndole:
-¿No tendrá usted algo que ver con todo esto?
-¿Qué es todo esto?- pregunto a su vez Oscar.
-No se haga el loco, lo de José- respondió ella mirándole inquisitivamente.
-¿Regresó?- preguntó él.
-José está muerto y usted debería ir a ver a la policía, yo les dije que usted era el único que había estado aquí.

*

Oscar fue derecho a la estación de policía y se presentó ante el investigador del caso, se identifico e hizo su declaración, además de documentarse con cierta información que tal vez le pudiera servir de algo.


De regreso a la ciudad Oscar fue derecho para el apartamento de Ibet.
-Traigo noticias- dijo al entrar.
-Yo también tengo noticias, fíjate- dijo ella sin dejarle continuar-que tengo una postal que Andrea le enviase a una de sus ex - sirvientas desde Suiza y esta misma criada me dijo que Michelle y el marido de la Lujan eran amantes y que además ella piensa que mataron a Andrea, ¿tú qué crees?- dijo respirando finalmente.
Aquí cualquier cosa se puede creer, ¿quieres agua?- dijo burlándose- El sacristán ha muerto, es decir de acuerdo con el informe de la policía, lo mataron.
- ¿Qué dices? ¿Lo viste?
- No te digo que lo mataron, a quien si vi. fue a la policía, me interrogaron- ella como siempre no le dejó terminar.
- ¿Y ahora?-
- Ahora sabemos que algo muy gordo hay detrás de todo esto. La policía encontró en el cuarto del sacristán una foto de Tony y varios recibos de depósitos bancarios que datan de muchos años y suman una gran cantidad de dinero. Aquí tengo la dirección- dijo extendiéndole un papel- de la hermana del sacristán. Trata de sacarle algo. íAh! ¿Cómo esta eso de Suiza?
- Si, Andrea le escribió una postal desde allí a una de sus ex sirvientas- respondió ella mostrándole la postal.
- Bien, algo es algo, ¿y lo de la película de misterio?- pregunto él mientras examinaba la postal.
- ¿Qué película?
- Lo del asesinato- aclaró él.
- ¡Ah!, es que ella oyó que discutían fuertemente y que Michelle le gritaba” eso es un delito”.
- ¡Uhm!..... Bien encárgate de lo que te pedí. Yo me voy. Tengo que pensar. Te veo mañana en la oficina- dijo él despidiéndose.
Ibet abrió con su llave la puerta central de la oficina, esta daba paso a una especie de antesala en la que ellos tenían acomodados un sofá y dos butacas pequeñas en frente y una mesa en el centro con alguna revistas, ella al entrar acomodo las revistas y movió los muebles en un maquinal gesto por arreglar la estética del lugar, entonces abrió una segunda puerta que llevaba a su oficina que quedaba justo en el paso entre esa antesala y la oficina de Oscar. Sus ojos no podían creer lo que estaban viendo, todos los muebles estaban destruidos y aquel espacio de 20x20 era un verdadero revolcadero, de inmediato buscó con la vista el teléfono para llamar a la policía y en eso oyó la voz de Oscar.
- Ven aquí- le llamaba.
- ¿Qué pasó?- preguntó ella al ver a Oscar en el piso atado y golpeado.
- Sáfame- le ordenó.
- Pero hijo, ¿qué te han hecho?, ¿Quién fue?, ¿qué buscaban?, ¿pudiste verlos?, ¿a qué horas pasó esto?- preguntaba confundida.
- ¿Quieres callarte?- le grito él a su vez- por amor a Dios tú me aturdes más que los golpes.
- No la cojas conmigo, sólo trato de ayudar- respondió ella ofendida.
- Ya veo.
- ¿Llamo a la policía?- preguntó ella.
- No, antes tenemos que pensar – respondió él- no creo que las cosas mejoren por la intervención de la policía.
- Bueno, como tú digas, déjame curarte, quítate la camisa.

Ella limpió las heridas, ninguna necesitaba sutura, eran más bien moretones, y la sangre que había en su cara provenía de la nariz, parece que al golpearle algunos capilares se rompieron y sangró, eso es todo, lo cual quiere decir de acuerdo a los pensamientos de Oscar que sólo lo querían asustar.
- Cuéntame- le pidió ella una vez había terminado de curarle.
- Yo vine ayer como te había dicho y estuve como unas dos horas aquí, regresé esta mañana muy temprano porque quería llamar al doctor Laurente y también a Suiza, a una compañía que tenia Andrea allí y cuando entré que a propósito estaba la puerta abierta, un salvaje me cayó encima y ya no supe nada más, cuando volví a abrir los ojos, no me podía mover, estaba muy adolororido y además esperándote toda la mañana. ¿Dónde estabas?
- Pues hijo, podías haber gritado- le respondió ella.
- No quiero proclamar esto a los cuatro vientos, dime, ¿fuiste a ver a la hermana de José Ignacio?
- Claro, y me dijo que sí, que Tony es hijo de Andrea, ella misma acompañó a Andrea todo el tiempo de gestación y después fue con Andrea a dejar al niño. Según esta mujer Andrea no lo inscribió nunca, así que no hay papeles que lo comprueben, pero esta señora, que por cierto es una viejita encantadora, dice que esta dispuesta a declarar, por lo que yo voy a redactar ahora mismo un documento con toda la información que ella me suministró, ella lo firma y yo se la notarizo.
- Pues apúrate, no sea que llegues tarde- fue por todo el comentario de él.
- Oye, Oscar, ¿tú crees que mataran a todos los que tienen que ver con esto?- preguntó Ibet algo asustada.
- No hagas tantas preguntas y redacta del documento de inmediato- dijo recalcando la última palabra.
- A sus órdenes- dijo ella con saludo militar- ¿Tú que harás?
- Voy a mi casa a cambiarme de ropa- contestó saliendo.

Ibet ya iba saliendo para la firma del documento cuando sonó el teléfono, era Miriam para contarle que Michelle se había suicidado.

martes, 13 de julio de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA-III

- Como usted diga- contestó está, dejándola nuevamente en la puerta, para regresar de inmediato- Como le dije, no la atenderá. Lo siento.

Ibet caminó derrotada por el jardín en dirección a la verja de entrada.
- Señora- oyó una voz entre los árboles y se acerco para encontrarse con otra joven con uniforme de sirvienta que le dijo- La oí mencionar el nombre de la señora Lujan y quería preguntarle si usted sabe como fue que murió.
La pregunta sobresaltó a Ibet.
- No, ¿lo sabes tú?- preguntó Ibet a su vez.
- Creo saber algo-contestó bajando aún más el tono de su voz.
- ¿Podríamos hablar? – propuso Ibet.
- No aquí, mañana es mi día libre, la veré a las tres de la tarde en Café Travieso- contesto mientras desaparecía entre los árboles.
Esa noche al llegar Ibet a casa de Oscar encontró una nota en la puerta.”Espera llamada”. De manera que se fue a su casa y afortunadamente pudo dormir toda la noche sin ser importunada.
A las tres de la tarde cuando Ibet llegó a Café Travieso ya la esperaba la joven que enseguida le hizo señas desde la mesa.
- Veamos- dijo Ibet al sentarse- ante todo, ¿cuál es tu nombre?.
- Miriam señora.
- Ahora dime Miriam, ¿qué es lo que sabes y por qué me lo quieres contar?
- Mire señora, la señora Andrea siempre fue muy buena conmigo, yo trabajé para ella desde que vine de mi pueblo, pero al irse ella para Suiza, como no se llevó a ninguno de sus sirvientes, yo tuve que venir para casa de la señora Ruane, aquí también son buenísimos conmigo, pero yo quería mucho a la señora Lujan, ella le salvo la vida a mi papá una vez que el estuvo muy grave- respiró profundo, miró para todas partes como asegurándose de que nadie la oyera y entonces dijo- Yo creo que la mataron.
- ¿Qué dices niña?- esto si que Ibet no se lo esperaba.
- Sí, porque hace dos meses el señor Lujan vino a la casa y él y mi señora estuvieron discutiendo, mi señora gritaba.”Te costará caro, eso es un delito”
- Yo creo que tú ves muchas películas de suspenso- comentó Ibet.
- No señora, es cierto, ellos eran amantes y ahora él ha dejado a la señora Ruane y cuando ella le reclamó pelearon muy fuerte- explicaba Miriam, ante el asombro de Ibet.
- Bien Miriam, vamos a suponer que de que fueran amantes es un hecho, que pelearan por el rompimiento, también, pero ¿qué tiene eso que ver con un asesinato? Y además ¿por qué me lo cuentas a mí? – Ibet no entendía, o peor aún sospechaba que algo extraño tramaba esta mujercita.
- Bueno es que usted me dio confianza y creí que también estaba averiguando por lo del asesinato.
- Miriam, yo no estoy averiguando ningún asesinato, mi trabajo es buscar información acerca de Andrea Lujan por un testamento, tu mejor mantente calladita y concrétate en lo que si sabes, por ejemplo, ¿cómo sabes que la señora Lujan estaba en Suiza?
- Porque de allí me envió una postal.
- ¿Me la pudieras mostrar?
- Aquí la tiene- dijo sacándola de su bolso.
- Bien- dijo mientras miraba la postal-¿me la puedes prestar?.
- Bueno, pero dígame usted, ¿qué es eso del testamento?
- OK Miriam, creo que es justo que pidas saber un poco más, el asunto es que un familiar muy cercano de Andrea está buscando datos de ella y de su dinero, ¿satisfecha?
- No, mi señora no tenía parientes- dijo la joven muy convencida, por lo que Ibet sacó la conclusión de que esta no sabía lo del hijo.
- Que tu supieras, pero en fin- dijo mientras guardaba la postal- aquí tienes mi número de teléfono, si te enteras de algo más, por favor llámame.


*

miércoles, 30 de junio de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA- II

- Entonces la difunta no dejó testamento- dijo ella.
- Te equivocas, la finada legó todos sus bienes a su esposo.
- Entonces, no hay litigio-concluyó ella.
- Te vuelves a equivocar- sonrió él.
- Ya sé- le interrumpió – ella había hecho otro testamento que ha desaparecido y el muchacho quiere que tú lo encuentres.
- Frió, frió- volvió él a sonreír.
-¡Ah!, no, ya sé, como hijo legitimo desea reclamar la mitad de los bienes aún habiendo testamento- siguió ella con sus deducciones.
- Congelada.
- Termina chico, explícame tú- le pidió finalmente.
- Pues nada- dijo él reclinándose en la butaca. Abrió la gaveta, cogió un cigarrillo, lo encendió y soltó una gran bocanada de humo.
- Oscar me desesperas- le apuró ella.
- ¡Oh, mujeres!, que poca paciencia tenéis.
- Habla- le insistió.
- Bien, el muchacho es hijo ilegitimo de dicha señora.
- Es decir que ella lo tuvo- comenzó de nuevo a elucubrar- a espaldas de la familia y lo dio en adopción.
- Dime Ibet, ¿quieres que te lo cuente o tú vas a tejer tu propia historia?
- Esta bien, me callo, pero acaba de hablar, por favor- dijo resignada.
- Como te decía, el chico es hijo ilegítimo de la señora, ella lo tuvo y simplemente lo dejó en una iglesia, en la sacristía, no lo dio en adopción.
- ¿Y entonces?
- Entonces el quiere su herencia porque se ha enterado de que ella era su mamá y vino a pedirme que me encargue del caso.
- ¿Y?
- En primera instancia, aquí no hay caso- dijo Oscar- pero como tú bien dijiste, hay felling.
- ¿Cuál?- preguntó ella.
-Mira Ibet, este chico puede estar diciendo mentiras, pero, ¿Qué sacaría con ello?- Oscar continuo hablando en forma reflexiva- es posible que la persona que le ha dicho que él es hijo de esa dama lo halla engañado, pero ¿qué sacaría?, aún siendo hijo de esa señora, ¿Cómo lo probaríamos?, aún probándolo, ¿Cómo recibiría el dinero habiendo un testamento a favor de otra persona? Pero hay otro detalle, este chico dice que la señora Lujan, mujer de vida social muy activa, que sólo contaba con cuarenta y siete años al momento de su muerte, hacia más de dos años que había salido de la circulación. Que nadie volvió a verla, que el velorio fue privado, y que ni siquiera los más allegados saben qué fue de ella desde el momento en que se alejó del mundanal ruido de la sociedad, hasta que apareció la esquela mortuoria en el periódico.
Y es ahí donde yo huelo a quemado.
- ¿Qué haremos?, parece una novela de suspenso- dijo Ibet entusiasmada.
- Pues tú serás protagonista, mi amor. Empezaremos por averiguar sobre la vida social de esta señora, cosa que harás tu, aquí tienes- dijo dándole una hoja de papel- los lugares que frecuentaba, nombre de algunas damas que la visitaban, etc., etc. Mientras, yo hablaré mañana mismo con el sacristán que recogió a Tony, así se llama el chico.
-Eso lo sé, recuerda que yo recibí su llamada- aclaró ella-Bien, manos a la obra. A propósito, ¿Cómo cobraremos?
- Ese es el detalle, que no cobraremos- respondió él.
- ¿Cómo?
- Bueno, a menos que el muchacho reciba la herencia, pero- dijo ahora él tomándola por los hombros y alzándola- es tan fascinante esto que, como Paris, Andrea bien merece una misa.


Ibet decidió empezar tomando té en una elegante cafetería en la que se reunían algunas de las señoras que ella tenía en la lista de amistades de Andrea. Pasó la vista en forma general al local y escogió una mesa que en el extremo derecho, al final del gran salón, le pareció un buen punto de observación. De inmediato un solícito camarero le ofreció sus servicios y ella como al descuido preguntó si ya había llegado Riaza La Paz, a lo que él contesto”- Si, hace unos minutos, mire usted que lindo vestido color malva luce hoy”.
Ibet a lo supersónico movió sus ojos en busca del color.”Aja, pensó, allí esta, debe ser aquella rubia. Manos a la obra”.
- Señora La Paz- dijo Ibet acercándose- cuanto gusto me da verla, hace sólo unos días que llegué y ya estaba por creer que no vería a ningún conocido.
-¿Qué tal querida?- respondió la otra.
- Espero que me recuerde, nos presento la señora Lujan- dijo, introduciendo así el nombre de la difunta.
- Claro- dijo la señora sin tener la menor ideas de con quien hablaba- Pobre Andrea.
-Si, muy lamentable, yo recién lo supe, ¿qué fue lo que paso?- preguntó Ibet.
- Pero siéntese- invitó

Ibet obedientemente se sentó dispuesta a oír el gran relato, que quedó resumido a que desde hacia dos años no había vuelto a ver, ni saber de Andrea, hasta que se enteró de su fallecimiento por las noticias. Todos habían supuesto que andaba de viaje, pero nada más.

Ibet llego desconsolada a la oficina. Oscar no estaba, no había ningún mensaje. Al día siguiente se arreglaría el cabello en Saint Tua.

Oscar sabía que José Ignacio vivía en aquel edificio, no sólo era la dirección que Tony le había dado, sino que además él había pasado por la parroquia del pueblo y el nuevo sacristán le confirmó la dirección, asegurándole que él siempre estaba en casa. Pero hoy parece que había salido.
- Señora- dijo Oscar dirigiéndose a la portera- yo necesito ver al señor José Ignacio.
- ¡Ah!, pero él no esta y no volverá en muchos días- respondió ella.
- Usted, ¿no sabe a dónde fue?
- Mire usted que yo no me meto en la vida ajena- dijo la mujer.
- Lo entiendo señora, pero quizás él le dijo algo, al menos cuando regresará- insistió él.
- Pues no- dijo ella cerrando la puerta.


Ibet despertó por los estruendosos golpes en la puerta.
- Va, va- dijo mientras miraba a través de la mirilla.
- Caramba. ¿Qué sucede?- preguntó alarmada.
- Tenemos que hablar- dijo Oscar entrando.
- ¿Qué hora es?- preguntó bostezando.
- La que sea, he hecho un viaje de cuatro horas hasta el infernal pueblo en el que vive el dichoso sacristán y no estaba, y además en ese pueblo nadie sabe nada. ¿Qué crees?
- Que son las cinco de la madrugada y no se puede razonar con sueño- respondió ella.
- Pues date una ducha y prepara café
- Te equivocas, acaso crees que soy tu mujer.
- Ni se me ocurriría.
- Pues entonces, haz tú el café en lo que yo me ducho.

*

- A ver-dijo ella ya sentada en el sofá- explícame si es parte de este caso el no dormir.
- Atiendeme- dijo el dándole la taza de café- me parece que la cosa se va a complicar, este sacristán al parecer ha armado el rollo y se ha ido.
-¿Cómo es eso?
- Bueno, Tony me dijo que era él quien le había contado quien era su mamá y le había recalcado muy bien que el dinero le pertenecía, pero resultó que desde el mismo día en que hablaron el señor se fue del pueblo. Necesito que llames a Tony y le digas que vaya a la oficina. A ti. ¿Cómo te fue?- indagó.
- De maravilla, me entreviste muy fácilmente con una de sus intimas amigas.
- Fenómeno. ¿Y?- dijo él esperando resultados.
- No sabe más que nosotros.
- Estupendo y a eso le llamas tú de maravillas.
-Bueno, es que ahora sé el nombre de otra que veré hoy en la peluquería donde se arreglan todas ellas- explicó.
- Algo es algo- él se quedó pensando unos minutos- Después que vea a Tony, tendré que localizar al médico que atendió a Andrea cuando el parto y además, bueno, después te explico, estoy apurado. Llama a Tony ahora mismo y nos vemos esta noche en mi casa.
- A la orden- dijo ella con un saludo militar.


*



Ibet había reservado un turno en Saint Tua y a su llegada la habían atendido con toda cortesía. Alicia, la peluquera que ella había elegido, era una mujer madura de muy bello rostro que fue muy atenta y solícita hasta que Ibet pronunció el nombre de Andrea. El silencio fue la respuesta de Alicia.
- Alicia. ¿Me escuchó?
- Si señora- respondió esta sin mirarle.
- ¿No se acuerda usted de Andrea?
- Si, como no recordarla, era una de las más distinguidas del salón.
- ¿Qué le pareció su desaparición?
- Triste, muy triste- dijo escuetamente.
-¿Sabe a quién me gustaría ver? A Michelle, ¿sabe de quién le hablo?
- Si, la señora Ruane viene muy de tarde en tarde.
- Dígame Alicia, ¿usted iba a la mansión de la señora Lujan a arreglarla?
- Alguna que otra vez.
-¿No cree que fue extraña su desaparición?- insistió en preguntar Ibet, mientras la miraba por el espejo.
- Yo no se señora y prefiero no hablar de mis clientas aunque estén muertas.
- Qué raro, siempre he oído decir que las peluquerías son el lugar ideal para una enterarse de todo-dijo sarcásticamente Ibet.

*


- Bueno días señorita- saludo Oscar entrando en el consultorio.
- Buenos días señor, ¿en qué puedo ayudarlo?
-Necesito ver al Dr. Laurente.
- ¿Tiene cita?
- No pero estoy gravemente enfermo y no puedo esperar a que pase toda esta gente- dijo señalando a su alrededor.
- Me temo que no va usted a tener otra alternativa. ¿Qué se siente?- preguntó ella.
-Dígale, no mejor déle esto al doctor- dijo Oscar escribiendo algo por detrás de su tarjeta de negocio.
- Como guste- dijo ella tomando la tarjeta para entregársela al doctor.
Acto seguido, se paró en el umbral de la puerta un señor canoso y muy nervioso.
- ¿Es usted quien me busca?- dijo dirigiéndose a Oscar.
- Yo mismo- contestó Oscar extendiéndole la mano.
- Pase usted- dijo el médico y le indicó que se sentara. ¿En qué puedo servirle?, su tarjeta dice que quiere hablarme del hijo de Andrea Lujan. ¿Cuál hijo?
- Vamos doctor, usted sabe mejor que yo lo del hijo, usted lo trajo al mundo- dijo Oscar sonriendo.
- Perdóneme, pero no le entiendo- trató de evadir el médico.
- Bien, estando así las cosas, le explicaré. Andrea Lujan tuvo un hijo hace veinte años atrás en un pueblo llamado Arcaza, y el médico que le asistió el parto fue Leonardo Laurente, un doctor recién graduado que se prestó a asistir el parto por una muy buena suma de dinero, que le fue ofrecida por José Ignacio, el sacristán de la iglesia del pueblo a cambio de su no sólo discreción sino también su olvido a cerca de la joven madre- puntualizó Oscar.
-¿Qué quiere usted de mí? ¿Quién es usted?
- Yo represento legalmente al hijo de la señora Lujan y estoy haciendo una investigación a fin de esclarecer la legitimidad de su nacimiento. ¿Podría usted ayudarme?
- No se… Ella ha muerto-contestó dudoso el galeno.
- Precisamente doctor, ella ha muerto y ese hijo reclama su herencia. Yo sólo quiero que usted me diga todo lo que recuerda.
- Bien, tuvo un varón y sólo sé que José Ignacio se encargaría de ese niño desde el momento de su nacimiento. Ella volvió de inmediato a la ciudad y nunca más supe de ellos.
- Sé que con aquella ganancia montó usted su primer consultorio. Puedo entender que han pasado muchos años, pero si recuerda algo más, por ejemplo el nombre del padre, no dude en llamarme. Quizás esta vez también obtenga una buena recompensa- concluyó Oscar saliendo.
- Señora dice que no puede recibirla- dijo la sirvienta a Ibet que aguardaba en la puerta de la mansión de Michelle Ruane.
- Dime una cosa,¿se cree tu patrona la emperatriz de Austria? Dile que vengo a verla para hablarle de la señora Lujan.

viernes, 11 de junio de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA

Abrió la gaveta del archivo para encontrar la carta que había empezado a escribir dos meses antes. Volvió a sentarse en su escritorio y leyó:
“Después de las investigaciones pertinentes llevadas acabo, me dirijo a usted a fin de informarle que ha quedado invalidado el testamento de la señora Andrea Lujan, en virtud de que la misma no se encontraba en pleno uso de sus capacidades mentales en el momento de la redacción de dicho instrumento…”

Levantó la vista del papel, acarició su bigote con la punta del lapicero y concluyó la carta con palabras de rigor y costumbre. Miró su reloj y salió de la oficina dejando la carta sobre el escritorio de su asistente. A la mañana siguiente ella se encargaría del resto. Estaba sencillamente satisfecho. Este caso le había caído prácticamente del cielo, sólo un abogado como él, recién graduado y sin trabajo lo habría cogido.


Exactamente un mes después de que él abriera su oficina, una tarde en que sólo las moscas le hacían compañía, Ibet entró y le dijo:

- Llamó un joven que quería una consulta gratis, en una hora estará aquí.
- No tenemos un solo cliente, no puedo pagarte un sueldo aún y tú ofreces mis servicios gratuitos- le reclamó el joven abogado.
- Mira Oscar, no se, algo me dijo acepta, fue cuestión de felling- se justificó ella.
- ¡Ah, vamos!, premoniciones- se rió él.
- ¿Qué te cuesta?- dijo ella haciéndole un guiño.
- Claro, ¿Qué vamos a hacer?, ¿Qué remedio?

¡Que fantástica aventura comenzó a partir de aquel día para estos dos seres! A la hora fijada apareció en la puerta del recibidor un muchacho a quien Ibet no le calculó más de quince años, aunque resultó que tenía veinte. Ella lo pasó al despacho de Oscar y se quedó en franca zozobra todo el tiempo que duró la entrevista porque, ¿Qué problema podía tener ese chico? Y por otra parte esperaba lo peor cuando Oscar lo despachara y ella le hubiese hecho perder su tiempo.

- Ibet- dijo Oscar después de que el muchacho se hubo marchado- este chico es hijo de una señora muy rica que murió hace un año, pero que él no conocía
Como habrás podido darte cuenta por su forma de vestir no tiene un peso, pero quiere reclamar su herencia.

miércoles, 12 de mayo de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA VI

Volví a ver a Anselmo, sí, lo seguiría viendo siempre, pero ahora sabía cual era mi verdadero papel en su vida, estoy convencida de que Anselmo se dio cuenta de cuanto me había afectado con sus tristezas.
- Vamos a ver muchacha, ¿Qué más quieres saber?- me dijo la tarde del siguiente día- Tienes mi vida en tus manos, que ¿ahora escribirás un libro?- preguntó sonriente.
- No, claro que no, pero yo quiero- me callé, lo que yo quería era la explicación de la conducta de su hijo, lo que yo quería era algo que nadie me podía dar.
- Ya lo sabes todo, después de la jubilación, fui duro por primera vez con Tito, le prohibí que le diera trabajo a su madre y le ordené ocuparse de su hija si es que la traía a casa. Nos enemistamos, no trajo más a mi nieta porque decía que Eva le iba a hacer daño, empezó a tratarnos como a extraños y cuando Eva empeoró y la tuve que ingresar en el hospital, él decidió casarse de nuevo y yo me fui al garaje.
- Así, ¿sin más?-pregunté.
- Así, pero ahora ha llegado mi turno-dijo muy serio.
- ¿Su turno?-pregunté extrañada.
- Si, ¿acaso entre dos amigos no existe el mismo derecho?, ahora tú tienes que contarme tu vida en detalles y si quieres, preséntame al joven que te regaló esa manilla que traes-dijo mirando mi muñeca derecha en la que yo traía puesta la manilla de Luís.
- No me la regaló, es un préstamo.
- Bueno, cuéntame de todos modos-dijo la sonrisa más diáfana que nunca había visto yo.





En Memoria del
Doctor Israel Núñez Márquez
03/13/1984.

jueves, 15 de abril de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA V

- Las familias siempre seguían unidas, en mi época estoy hablando-me contaba Anselmo-los hijos hacían su vida, pero la casa de mamá era nuestra y las reuniones familiares eran frecuentes; ahora es otro tiempo, ustedes gozan su tiempo y nosotros nos deleitamos recordando. El día de las madres, por ejemplo; ahora llaman por teléfono y dicen felicidades o llegan por unos minutos con un regalito; antes todos los pollitos alrededor de la gallina le rendían homenaje, era verdaderamente el día de ella y cuanto hacíamos nos parecía poco para halagarla y hacerle el día feliz-suspiro profundamente-Claro que el resto del año le dábamos dolores de cabeza como lo hacen los hijos de todas las épocas, pero eso si con mucho más respeto, bueno esas son cosas que parecen absurdas en los días de hoy-las palabras de él ponían de manifiesto su inconformidad con nuestra época, sus vivencias las contaba con devoción, su forma de hablar era mi manera de conocerlo.
- Le digo Anselmo que yo no me siento tampoco a gusto con la época que me ha tocado vivir, a veces pienso que nací a destiempo- le contesté.
- No creas, también existen cosas hoy con las que yo estoy en total acuerdo-me explicó-que las mujeres estudien y se destaquen en su profesión tanto como un hombre, me parece justo, lo apruebo. Créeme que te hubieras sentido incomoda en otra época, por ejemplo no podrías esta aquí hablando a solas conmigo y nadie te creería cuando dijeras que sólo fabricabas muñecos- era un hombre con sentido del humor, era un hombre satisfecho de si mismo, un hombre que podía tener errores pero no rencores.
- Tiene razón, cada época tiene su encanto, así que es mejor que viva la mía con mis arraigos a las anteriores. Cuénteme de su profesión- le pedí.
- Eso es como hablarte de lo mas hermoso, después de mi Eva, claro esta-esta vez la mencionó con dulzura, sin tristeza- No sé por qué mucho de los padres de mis pacientes, a mis espaldas, desde luego me llamaban “loco”- se echó a reír-Recuerdo una niña de dos años a quien tuve que practicar una traqueotomía porque, bueno porque la necesitaba, ¿para que entrar en términos médicos que tú no entenderías?, a menos que tú los necesites- me dijo.
- No, hable como guste, de todos modos palabras más o menos yo de medicina sólo entiendo cosas como gripe, apendicitis, hepatitis y para eso no muy bien.
- Bueno, esa niña se salvó milagrosamente, la ingresamos de urgencia, yo estaba de guardia, otro en mi lugar hubiera hecho lo mismo que yo hice, pero el caso es que la madre de la niñita era amiga de mi sobrina y hacia cuestión de dos meses la mamá me la había traído a la consulta, la niña presentaba un cuadro alarmante, su sistema garganta-nariz era atroz; le hablé claro a la madre, como siempre , la alerté de las posibles complicaciones y le puse un tratamiento, pero nunca más volví a verla, ni supe los motivos; entonces esa noche cuando salí del salón, la madre me abrazó llorando y pidiéndome perdón, en vez de dar gracias que es lo que se acostumbra en esos casos,¿sabes que había pasado?-me preguntó antes de seguir el cuento, yo moví la cabeza en señal de negación-que en aquella consulta, la única en que ella me había visto, según me contó más tarde mi sobrina, yo estaba sentado en el escritorio, escuchaba a la señora contarme los síntomas de su hija y de pronto fijé la vista en la puerta de entrada y me di cuenta que los tornillos de la cerradura estaban flojos, entonces me paré destornillador en mano , fui a la puerta y aseguré los tornillos, así de sencillo-dijo riendo-La señora llamó a mi sobrina, parece que tenían la suficiente confianza y le dijo: Elisa, tu tío esta loco, le estoy diciendo lo que le pasa a la niña y me dejó con la palabra en la boca y se fue a arreglar una puerta.¿Qué te parece? Verdad que somos incomprensibles con los demás.
- Pero que bobería-dije riéndome-entonces después le pedía disculpas por lo que había dicho de usted, ¿Cómo podemos juzgar a una persona así, por tan insignificante detalle?-y agregué-Claro que usted no puede negar que es bastante fuera de lo común que un médico tenga en su oficina destornilladores y sobre todo que en medio de una consulta lo coja y se ponga a arreglar una puerta.

Ambos reímos, así era Anselmo, así eran sus anécdotas. Un hombre entre los demás, con extravagancias como todos. Él iba del profesionalismo y la brillantez a la simpleza y el absurdo; quizás si, un poco loco, pero no por ellos menos interesante. Siempre se ha dicho que los genios y los locos tienen gran parecido, y en Anselmo no sabemos hacia donde tira más la soga, pero si estoy segura de que su locura sirvió para curar a muchos, para dar aportes a la medicina y para repartir amor a los suyos y a todos los que como yo asaltábamos su reino; hoy el imperio de un solitario lleno de recuerdos y abierto al dolor y a la espera paciente y silenciosa de un día tras el otro, cuando ni las preocupaciones ni el desvelo pueden remediar el aplastante paso del tiempo. Su espíritu alerta y vencedor es su mejor y único aliado. Es un hombre vivo, vivo gracias a su pasado y a la energía que despliega con la que oculta las dos únicas cosas que le aterran: su Eva, condenada y el hijo que lo olvida y de lo que él se siente culpable.


A veces lo más terrible se dice en un relámpago, parece que fuera la manera más rápida de respirar el dolor.
- El niño- repito palabras textuales de Anselmo, quizás sea la mejor forma de ponerlo-era la bendición del amor para Eva, llegó a los dos años de estar casados, ya la situación económica nos permitía algunos lujos, así que lo esperamos con ilusión, colmándolo de todas esas tonterías que tanto necesitan los niños y las madres. Desde su nacimiento constituyó la única preocupación de mi mujer; dejó de trabajar y se consagró a él, a mi a veces me parecían excesivos los cuidados, los mimos-bajo la cabeza, paso su mano izquierda por el poco pelo que aun le quedaba-fui débil, no me impuse y así llegó un momento en que Tito, así le llamábamos, le gritaba a su madre como al perro de la esquina. Conclusión-dijo levantando la cabeza ahora y mirándome a los ojos-era un malcriado, consentido y vanidoso. Entonces quise coger las riendas pero ya era tarde- sacó un pincel y se puso a limpiarlo-Cuando se casó por primera vez, decidieron vivir en la casa de los suegros y yo me sentí aliviado, pero el matrimonio no le duro mucho y recaló de nuevo en casa y con una hija que él pretendía quitarle a su esposa; aquí empezaron, bueno más bien se marcaron los problemas- su tono cambió y sus ojos se llenaron de lágrimas-Yo había notado que la salud mental de Eva no era la misma, al principio sólo era una perdida de memoria casi imperceptible y yo creí que ella necesitaba descanso, además como me parecía muy injusto que mi hijo pretendiera quitarle a su ex esposa la hija de ambos, me opuse y Tito se rebeló, creo que era la primera vez que le negábamos algo; se volvió grosero con todos y su madre, las madres siempre permiten el chantaje sentimental, se puso de su parte-ahora él se levantó para coger una madera que se disponía a pintar-Al final no pudo quedarse con la custodia total de la niña, pero pese a que le expliqué que me preocupaba la salud mental de Eva y que ella no estaba en condiciones de cuidar niños, él la convirtió en la nana de su hija y la traía cada semana los viernes por la noche y nos la dejaba, porque el su fin de semana lo tenia que disfrutar y la mayoría de estos ni se aparecía hasta el domingo por la noche en que recogía a la niña para devolvérsela a su madre. Yo todavía trabajaba en el hospital y en muchas ocasiones Eva se quedaba sola con la nieta.
- Perdone que le interrumpa, ¿ya Eva estaba enferma?- le pregunté porque en realidad Anselmo parecía hablar solo, creí que se había montado en la nube del recuerdo.
- Si y no, ella no estaba por supuesto como ahora, pero aunque yo desconocía lo que tenía; ya por momentos perdía la coordinación, la memoria, tenía baches, lagunas, la mente se le quedaba en blanco y no recordaba que estaba haciendo y estaba renuente a ver a un especialista y temía que fuese un tumor, ya habíamos tenido una experiencia con una de mis cuñadas, nada que se parecieran los síntomas, pero hasta los médicos somos aprensivos cuando de los seres que amamos se trata.
- Anselmo, no se si tengo derecho a hacerle sentir mal, si prefiere, me voy-esto se lo dije porque su voz se ahogaba, era evidente que él necesitaba llorar.
- No, el mecanismo del silencio no borra los recuerdos y te puedo asegurar que lastima más, pero mucho más, cuando los roemos a solas. Hablar es como escapar a una tortura, es darle alas y aunque no quepa el olvido, cuando vuelan nos habitan menos.
- Entonces me alegro de poder escucharlo- dije feliz de ayudar.
- Una tarde, un sábado, volvía yo de la guardia en el hospital; ese día fue decisivo, en el portal estaba la niña sola, entre buscando a Eva, algo me decía que debía temer- bajo la cabeza de nuevo-Encontré a mi Eva en la cocina, sentada en el suelo, jugando con su propia mierda, si, -dijo levantando el rostro- no me mires así-se puso de pie y agitó las manos compulsivamente- Si, jugando con mierda-repitió exaltado-Le grité, me miró como si no me viera o no me reconociera. Entonces decidí jubilarme, al día siguiente fuimos al especialista, empezaron la pruebas, los análisis, aquello fue brutal porque Eva sólo perdía la noción por momentos, una hora o dos, pero se daba cuenta de que algo le pasaba y me preguntaba si se estaba volviendo loca- Anselmo rompió a llorar con un llanto tan desgarrador como si todos los años de silencio brotaran a través de aquellas lagrimas, yo le abracé.
- Se me ha hecho tarde, mejor seguimos mañana- le dije caminando hacia la puerta después que él se había serenado, en realidad ya no resistía más, no podía dar verdadero consuelo y me sentía inútil; escape, escape dejándolo solo.

*


La vida de Anselmo en principio no había cambiado en nada, al menos aparentemente, pero la mía si. Había cogido tan en serio mi papel de dama de compañía de este hombre, que mis amistades no me veían, me sentía tan comprometida con él y tan impotente, que sentí que me iba a enfermar. Nunca había hablado con alguien de esto, pero lo necesitaba. Era tarde cuando salí de casa de Anselmo, me sentía aturdida; caminé no se cuantas cuadras e inconscientemente llegué a casa de un amigo. Debo de haber tenido una expresión de dolor, de angustia en mi rostro porque Luis en cuanto me vio entrar me preparó un café y muy asustado me preguntó que me pasaba. Yo sin medir palabras y a tropel le relaté todo, en detalles o de un golpe, no sé, sólo sé que Luís se preocupó.
- Vamos Gloria, serénate, lo que me cuentas es alarmante, pero es el pasaje de la vida de alguien más, no es la tuya. Debes alejarte de ese señor-concluyó- ¡Que fácil!, pensé yo.
- Pero, tú estas loco, él me necesita- le dije a gritos.
- Pero después tú vas a necesitar un médico-replicó.
- No-fue todo lo que pude responder.
- Escucha-dijo tomándome por los hombros-él te puede necesitar, como tú dices, pero tú no puedes tomarlo a la tremenda, analiza, ese hombre vivió su vida, con alegrías y penas; con la mezcla de blanco y negro que tiene la vida. Su final es triste, si, es cierto, tú puedes hacerlo más agradable con tu cariño y tu compañía, pero no eres responsable de nada y sufrir el dolor de otro no es aliviarle- ahora me abrazó-Nada sabemos de nuestro mañana y al igual que él se hizo día a día su presente, mirando al frente, con firmeza, buscando la luz, tú harás el tuyo. No hurgues más, será como él dice que hablar es menos doloroso que callar, pero la lengua también es daga y cada palabra es una nueva grieta en la herida. Ya sabes todo lo que podías saber.
- No-protesté-él no ha acabado su historia.
- Bueno, has como quieras, yo lo que te aconsejo es que lo sigas viendo como a un amigo. Tú y yo lo somos hace tiempo y nunca nos ponemos ha hablar de cosas tristes a menos que sea estrictamente necesario. Cada dolor tiene la dimensión del corazón-dijo besando mis mejillas.

Las palabras de Luís me hicieron verlo a él de modo diferente, resulta curioso pero hasta ese día no sabía cuanta ascendencia tenía Luís sobre mi. Salí de su casa reconfortada, libre.

jueves, 1 de abril de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA IV

El apacible licenciado León endureció el rostro, me miro fijo a los ojos, su mirada más que una pregunta era un reproche, respiró profundo como quien toma aliento, como el que trata de recuperar la ecuanimidad.
- Señorita, lamento no poder ayudarla, tengo mucho trabajo y su consulta esta fuera de mis posibilidades.
- Gracias de todos modos licenciado, pero dígame, ¿su padre es un mal hombre?
- Mi vida personal no es de su incumbencia- dijo abriendo la puerta.
- Tiene razón, buenas tardes- me despedí.
Casi nada había sacado en limpio, sólo que en efecto los aborrecía; quise ser imparcial, me fui a ver a alguien que los conocía desde hacia muchos años y quien indistintamente trataba a todos sin intromisión en el asunto: Miguel León, el hermano menor de la prolífera familia León, jamás le había visto más que en fotos, pero sabía por Anselmo que siempre había sido un hombre muy familiar, atento a las tradiciones y agradecido por la ayuda que Anselmo le dio en su juventud, nunca faltaba a su cita familiar con su hermano cada quince días, generalmente lo hacia en domingo y en su invariable recorrido, pasaba dos horas en el garaje con Anselmo y después le hacia una corta visita a su sobrino.
No teniendo más datos de este personaje, lo esperé un domingo a la salida de la casa blanca de Lawton, donde la curiosidad me abrió las puertas para encontrar a mi personaje favorito.
- Señor León- le abordé- perdone mi atrevimiento, pero quisiera hablar con usted.
- Usted dirá- me contestó.
- ¿Le molestaría si nos sentamos en el parque de la esquina?-le propuse.
- Como usted guste, me intriga usted.

Ya la primera impresión era buena, un hombre caballeroso y educado, además de discreto.
- Le escucho- dijo una vez sentados.
- Sé que le sorprenderá el tema, pero ante todo quiero que sepa que soy amiga de su hermano, que le admiro y le aprecio, es por eso que me preocupa su soledad y la absurda relación que mantiene con su hijo.
- Se quien es usted, Anselmo me ha hablado de su amistad y por lo que me acaba de decir sus sentimientos son recíprocos, pero le advierto jovencita que en cuanto a mi sobrino, no hay nada que hacer.
- Yo quisiera ayudarlo a reconciliarse con su hijo-le expliqué.
- Le diré que no me siento capaz de juzgar a nadie y mucho menos a mi familia, en el caso específico de mi hermano creo que es un hombre ejemplar, amante de su carrera, dedicado, entusiasta; su esfuerzo en la vida le premió con un reconocimiento profesional, un hogar lleno de amor, pero querida joven, las enfermedades son imprevisibles, la de su esposa desarmó a Anselmo de todo su espíritu y yo diría que rompió en él, el leve cordón que une a la razón con el mundo irreal, en el que a veces es preferible vivir, para escapar de todo lo sucio que nos rodea-Miguel León era un filósofo, analizaba la vida como el que sólo la contempla desde afuera-para mi eso le paso a mi hermano. En cuanto a su hijo, ¿usted lo conoce?-me preguntó.
- Le confieso que fui a consultarle sobre mi vocación nada más por conocerlo y me pareció un hombre normal, pero un hombre que aborrece a sus padres.
- Si, eso no se puede negar. Fue complacido y malcriado en grado tan superlativo que hicieron de él un engreído que cree merecerlo todo y nada que signifique entorpecer su tiempo y su tranquilidad puede formar parte de su vida. Es un caso en el que el exceso de amor y sobre protección hizo un daño del que ya usted conoce las consecuencias.
- Pero, ¿Cómo es posible que no sienta tan siquiera piedad por su madre en el estado en que se encuentra?- protesté.
- Quien no conoce la escala de valores, quien no sabe el peso, el precio de un hogar, de unos padres, quien no sabe amar; no sabe de ningún otro sentimiento. Es un indolente-concluyó.
- Pero el tiene hijos, esposa, ¿no les ama?
- Si, a su manera y les amara mientras sean la imagen que él se creó.
- Es inconcebible- volví a protestar.
- Empecé diciéndole que no se podía juzgar, pero me expresé mal, en realidad no se puede tratar de comprender los extraños mecanismos de los seres humanos. Usted aprecia a Anselmo, déle su compañía, ayúdelo con su comprensión, es todo lo que puede hacer- me aconsejó.
- Pero, ¿ha hablado usted con su sobrino?- yo me resistía a que aquello no tuviera solución.
- Hablé cuando todo esto empezó, hace años.
- ¿Cómo empezó?
- Yo diría que desde que era un adolescente, pero en realidad cuando su madre se enfermó fue cuando el reaccionó de esta forma.
- Claro-dije indignada-cuando los viejos comenzaron a ser un estorbo.
- El amor es un sentimiento, pero saber amar es un arte y no todos podemos ser artistas. Me ha dado un gran gusto conocerla-dijo poniéndose de pie extendiéndome la mano- ojala nos volvamos a ver.

miércoles, 17 de marzo de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA III

A partir de ese día un nuevo sentimiento me unió a él: admiración, admiré su aplomo, su fuerza y su control.
No me sentí capaz de preguntar, pero él, al regresar a su cuarto me entregó un libro en el que aparecía la explicación de la terrible enfermedad que acababa con su esposa: Alzheimer.
Esa noche en casa mientras lo leía, recordé de que forma tan indolente nos referimos a veces a una persona que por su edad a perdido un tanto sus facultades mentales, cómo somos capaces de llamar en tono burlón a alguien esclerótico.
Esta enfermedad lejos de lo que muchos imaginamos, se clasifica en varios tipos y tiene distintas consecuencias; el caso de Eva es posiblemente uno de los más tristes. Esta enfermedad que aunque es un proceso senil degenerativo en realidad no tiene edad, una veces es fulminante y como en el caso de Eva le lleva en su proceso a una total regresión a la infancia. No hay ni una sola posibilidad de recuperación. ¡OH Dios!, ¿Qué puedo hacer para aliviar en algo a este pobre hombre? Ya poco me importa la historia.

*
El sábado en la mañana me encontré con Anselmo como de costumbre, ninguno de los dos habló del día anterior; sin embargo el continuó su relato, como quien esta decidido a entregar sus secretos. La vida tiene sus encantos, dijo al referirse a los años siguientes de haber conocido a Eva.
Él era un estudiante de tercer año de la carrera de medicina y ella, por ese entonces una delgada jovencita de pelo muy negro que debido a la situación económica de su familia había tenido que emplearse como mozo de limpieza en el hospital donde Anselmo hacia sus prácticas.
Por alguna razón, que nunca acertamos a descifrar cuando de cosas del corazón se trata, Anselmo se acercó a ella, primero con la fuerza de la atracción física y pronto quedó atrapado en las redes del amor, según sus propias palabras. Eva no tardó en corresponderle por lo que se entabló entre ellos un noviazgo que tras cuatro años de espera culminó en matrimonio. Anselmo recuerda esa época como muy dura para ellos dos; incitada por él, Eva estudio enfermería, él tuvo que cambiar de trabajo, pues su organismo ya no resistía más seguir cargando sacos en los muelles; el cansancio era demasiado para combinarlo con las prácticas en el hospital, las clases y las noches de desvelo, así que termino la carrera trabajando en una carpintería.
Todos esos años, la espera, la paciencia de Eva, quien a veces sólo le veía una vez por semana o cada quince días y el empeño de ambos en procurarse una vida mejor, consagró en ellos una relación plena de ternura y comprensión.
- A pesar de no disponer de recursos, nunca pasamos por alto un aniversario de novios y siempre que nos veíamos yo le llevaba a Eva un ramito de gardenias.-me contaba él-Bueno, eran baratas, pero flores al fin-se sonreía, yo diría que estaba viviendo otra vez aquellos días-Fuimos felices, muy felices y el día de la boda, una sencilla ceremonia, supimos que en el mundo no podía haber un sentimiento mayor, nuestra unión era la ideal, y ya yo era médico. Lo tenemos todo para ser felices, nos dijimos.
- Y lo fueron sin dudas hasta…-pensé que no debía hablar de eso.
- Si y no, en realidad mi carrera me apasionaba y seguí estudiando, el dinero no nos volvió a faltar y para colofón tuvimos un hijo.

Aquí callo, su rostro volvió a ensombrecerse. Sugestionada por lo de Eva, temiendo herirlo con otro recuerdo desagradable, cambié la conversación.
- Sabe Anselmo, me gustaría encontrar un muchacho como usted, me enamoraría perdidamente de él.
- Cierto, nunca te pregunté si tenias novio- dijo pensativo.
- No, tuve uno pero creo no me enamoré.
- Sin dudas no te has enamorado, el día en que te suceda lo sabrás de inmediato. Es muy hermoso amar. Bueno ya tú lo sabes, amar a los padres, a los hijos, a los amigos, todas las formas de amor son maravillosas- su voz se volvió a apagar.

*

No sé como supe la fecha de su cumpleaños. Ese día no fui como todas las tardes, me aparecí en el garaje a las siete de la noche con un cake y no sé si era que nos habíamos identificado mucho o que Anselmo era adivino. Me lo encontré bien afeitado, pelado y según dijo, esperándome.
- ¿Fue a la barbería?-le pregunté-luce muy bien.
- No, pero como te esperaba para celebrar me pelé yo mismo delante del espejo y me afeité. Todavía me acuerdo de cómo agradar a una dama- dijo con una muy amplia sonrisa.

Su aspecto era tan distinto, puedo decir que lucía elegante, había preparado una linda mesa con flores y me tenía una sorpresa: su álbum de fotos.
Es increíble cuantas cosas nos dicen las fotos; su boda con Eva, paseos: Viñales, Soroa, Varadero. En realidad se tomaron fotos en cuanto lugar estuvieron y por lo que vi, recorrieron Cuba desde La Punta de Maisis hasta el Cabo de San Antonio. Después, el hijo.
- Lindo niño- me atreví a decir.
- Si, se parece a su madre-vaciló por un momento-digo en lo físico.
- Si tiene su parecido, aunque también tiene algo suyo.
- Puede ser-dijo enseñándome otra-este es él.

Mi asombro fue tan evidente que Anselmo me dijo:
- Si, es el hombre que el otro día aviso lo de Eva.
- Caramba-dije confusa-si le digo la verdad, temía hablarle de él porque pensaba que estaba muerto, que tonta ¿no? En realidad no sé por qué pensé eso.
- Era lógico que lo pensaras, es un hijo fantasma-dijo con verdadero pesar-pero esa parte de la historia será otro día.
- Claro, hoy es día de alegría- repuse.
- Para un viejo como yo, me pregunto, ¿si todavía pueden haber alegrías?


Por ser un tema tan delicado, que evidentemente resultaba doloroso para Anselmo, decidí averiguar por mi cuenta. Sólo le pregunté a Anselmo a que se dedicaba su hijo, curiosamente, era psicólogo.
El lunes a primera hora estaba yo sentada frente al Licenciado Anselmo León, que ocupaba el cargo de consejero para los estudiantes en la Universidad de la Habana. Como realmente no sabía como entrar en el tema que allí me había llevado, empecé haciéndole una consulta sobre mi posible vocación para estudiar computación; siguiendo los pasos reglamentados me llenó un cuestionario sobre mi vida, domicilio, trabajo, estudios etc., y me dio cita para el miércoles siguiente, día en que se me sometería a un test de aptitud, después de lo cual nos volveríamos a entrevistar.
Mientras conversábamos decidí seguir todo aquel juego, ya que me sería de más valor observarlo y después hablarle de sus padres, que traer a colación el tema, sacado del aire, su reacción podía ser evasiva o violenta. Así es que, obedientemente fui el miércoles e hice el examen y esperé paciente, haciendo mi vida habitual y sin contarle nada a Anselmo padre hasta el viernes de la siguiente semana.
- Bueno Gloria-dijo leyendo el resultado de mi test-¿Por qué no estudias letras?
- Lo cual significa que definitivamente no es la computación lo que me encaja- le respondí.
- Así es. Pero creo que no hay nada mejor que encontrar el verdadero camino antes de perder el tiempo en cosas que a la larga sólo nos harían perder el tiempo- enfatizó.
- Si, desde luego-empecé diciendo-Al igual que usted, opino que en todos los aspectos de nuestras vidas es muy triste cometer errores, que en muchos casos son irreparables sobre todo cuando las consecuencias pueden dañar a otros.
- Disculpe Gloria, pero realmente no le entiendo-respondió confundido.
- Si, esto es como una consulta profesional, claro si usted me lo permite.
- Bueno, dime de que se trata.
- Quiero saber hasta que punto tienen los padres responsabilidad en las malas relaciones con sus hijos, es decir, sé que los hijos somos sus obras, pero ¿qué margen de comprensión es necesario tener con ellos?
- Mira, sigo sin entender mucho, pero te puedo decir que los hijos siempre damos a los padres lo que estos se han ganado y que, en el caso de que los errores cometidos por los padres creen traumas en sus hijos, sólo cuando los hijos llegan a comprender los hechos y se sobreponen al trauma son capaces de comprender a los padres y hasta ayudarlos si es el caso; pero si no hay ningún trauma y es incompatibilidad, esas asperezas se liman con paciencia y madurez.¿Satisfecha?-concluyó.
- Digamos entonces que cuando un hijo niega a sus padres es porque le han creado un trauma, o porque le dieron desamor, o porque el hijo es un inmaduro-dije.
- No he dicho exactamente eso, debes comprender que cada caso es distinto- refutó.
- Quizás si yo fuera más específica-me atreví a proponer.
- A ver, dime ¿es tú caso?
- No, es el caso de un amigo que tiene un hijo que lo niega y lo repudia, por lo que sé ese matrimonio tuvo ese hijo con amor y creció rodeado de ternuras, complaciéndolo en todo, le dieron una buena educación y sin embargo ahora que ambos padres están viejos y uno de ellos muy enfermo, el hijo los rechaza. ¿Por qué?

miércoles, 3 de marzo de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA- II

Estas palabras resultaron mágicas, el rostro de Anselmo cambio, sus ojos se llenaron de lagrimas y sin decir palabra me abrazó.
Yo no había elaborado frases convencionales para conmoverlo, yo había sido totalmente sincera cuando dije que lo necesitaba, pero de mi espontánea declaración resultó la evidencia de cuanto yo en estos meses había llegado a significar para mi viejo y solitario amigo. Y así pude conocer la mezcla de felicidad y desdicha que era el almanaque del doctor León.
Eva, creo que esto era lo más angustioso de su vida; una de las tantas ironías que eso que llamamos vida, destino, o como prefiramos llamarle nos juega y nos gana la partida. Eva fue la ilusión de su juventud, la fuente de energía de la que se nutrió para luchar y labrarse un futuro; Eva fue el arco iris de sus días.
¿Qué si hay historia en este viejito? Una de las más emotivas y controversiales que muchos ha oído y quizás pocos hayan tenido la oportunidad de vivir.
Cómo a partir de ese día me convertí en la sombra de Anselmo, supe por mi misma muchas cosas; pero todo aquello que había ocurrido antes de yo llegar a su camino y aun antes de llegar yo al mundo, fue él quien quiso que yo lo supiera. Esta vez no fue necesario hacer preguntas, Anselmo, actuando como todos los de su edad narró su historia.

*

La calle Monte entre los años veinte y treinta fue el centro comercial de la Ciudad de la Habana, a lo largo de ella y a ambos lados se encontraba todo cuanto se pudiera comprar: telas, zapatos, alimentos, utensilios para el hogar, todo y precisamente en los alrededores de esta calle en el año 1910, en una barriada llamada Ataré, nació el octavo hijo del matrimonio León, a este niño le fue puesto por nombre Anselmo y vivió junto a sus hermanos en la calle Romay, en una antigua casona, única propiedad de la familia, fruto de la herencia que de generación en generación habían compartido. La madre crió a sus once hijos porque después de Anselmo el apellido se desdoblo tres veces más, mientras el señor León pasaba todo el días enfrascado en el negocio de venta de alimentos en la Plaza del Vapor, que era un conjunto de quioscos y tarimas ubicados dentro de un edificio solariego en la calle Reina entre Amistad y Aguila.Y sólo veía a sus hijos cada noche antes de dormir. La disciplina del hogar era recta y bien definida; respeto absoluto a las órdenes paternas, consideración y ternura para con la madre. Los hermanos León aunque nacidos con poco plazo de tiempo entre uno y otro, se llevaban hasta diez años, pero todos fueron educados bajo las mismas reglas y todos salvo una sola excepción, la única hija hembra, estudiaron en la escuela elemental y una vez graduados de esta pasaban a trabajar en el negocio familiar mientras aprendían un oficio, para más adelante poder tener una ocupación mejor remunerada; así uno fue carpintero, otro técnico de radio y televisión, todos menos Anselmo, quien a la edad de catorce años decidió trabajar en la aduana, en la carga y descarga de los barcos. Sin oficio, con un trabajo duro, quizás demasiado duro para su constitución física, pero donde podía ganar lo suficiente como para pagarse los estudios de Medicina.

- Era una linda familia- le comenté un día.
- Si, una linda y bien llevada familia, pero también hubo cosas tristes en casa; mi hermana murió con apenas veinte y cinco años; cáncer de mamas, en aquel tiempo nada se sabía de esa enfermedad. De momento la casa pareció desmoronarse y sin embargo todo siguió su curso, mamá era una mujer muy fuerte. Creo-dijo pensativo- que ese día comprendí cuan poco vale la vida, creo que la muerte de mi hermanita cambio mi vida, yo apenas le llevaba dos años, ya estaba estudiando medicina y ya había conocido a Eva-respiro profundo-Bueno, creo que eso es otra historia, seguimos mañana.¿Quieres?
- Desde luego, además recuerde que mañana le voy a acompañar a verla-le dije ya saliendo, comprendí que eran demasiados recuerdos para un solo día- Hasta mañana Anselmo.
*

La incógnita de Eva se despejo aquella mañana, sabia que iba a conocerla, que lo acompañaría a visitar a su esposa; pero lo que nunca me pude imaginar era que iríamos a un hospital.
Creo que a él le resultaba tan difícil explicarlo que, permitió que yo lo viera con mis propios ojos. Lo que allí me encontré realmente me deprimió.
Cuando el taxi que nos llevaba se detuvo ante la entrada del hospital Gali García, todavía yo no entendía y mi aturdimiento continúo aun cuando la enfermera, que al parecer conocía muy bien al doctor León, con un trato discreto y respetuoso nos llevó a una habitación del último pabellón. Estoy segura de no poder borrar jamás la imagen que allí vi; pienso que no hay palabras para describir el espantoso cuadro de una mujer de edad madura gorgojeando entre juguetes plásticos dentro de una gigante cuna. Anselmo se le acercó cariñoso, beso sus mejillas, sin que ella, indiferente, expresara emoción alguna; después me indicó que tomara una silla y él se acomodo en otra, se mantuvo silencioso observándola por espacio de unos treinta minutos que a mi me parecieron una eternidad.
- Tú debes querer salir-me dijo abriéndome la puerta- ve al vestíbulo y espérame allí, yo debo hablar con el médico que la atiende, parece que tiene fiebre.

Nada pude contestar y nada pude decir en el transcurso de nuestro viaje de regreso, aquello que me había dejado sin palabras era la más vivida explicación para todas mis interrogantes. Si yo sentí un total desapego por la vida, si vacío e impotencia fue lo único que me inspiró ese despojo humano, ¿Cómo podía sentirse Anselmo?

viernes, 12 de febrero de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA

Los ancianos cuentan historias. No lo digo yo, ni es cosa nueva; incluso llegamos a creer que contar es para ellos un deporte, un hobby, o una necesidad.
Yo, mirándolos detenidamente he pensado que sin hablar, ellos son historia.
Anselmo, quien a mi juicio es un simpático viejito alto y desgarbado, de pequeños ojillos que a pesar de permanecer semiocultos tras gruesos cristales aun no se han apagado, tiene 70 años.
¿Cuántas cosas habrán visto sus ojos? ¿Cuantas angustias y preocupaciones formaron los surcos de su frente?
Y porque un día al verlo me hice esas preguntas, me acerqué a él. Claro que Anselmo tenía algo muy peculiar; no contaba historias. Esto lo hacia más interesante y lo que yo me propuse fue: la historia de Anselmo contada por él. Afortunadamente tuve suerte. Anselmo guardaba silencio porque tenía sus motivos, pero poco a poco mi proceder ganó su confianza.
En esa época vivía yo en Lawton(un reparto de la ciudad habanera),por lo que todas las mañanas y las tardes en el camino rutinario de la casa al trabajo y al regresar, el autobús atravesaba la Avenida de Acosta, una amplia y larga calle que cruza y divide los repartos Santos Suárez, La Víbora y Lawton; después de cruzar la calle 10 de Octubre se podía divisar a Anselmo en cualquiera de las esquinas de esa barriada en la que él había vivido por mas de cuarenta años. Yo vi su blanca cabeza y me llamaron la atención sus ágiles manos que con intrépida rapidez creaban arte de un pedazo de tela y un viejo perchero o con una sencilla pieza de madera. Hacia tiempo me había fijado en él y alguno me dijo:”Es un viejo loco que hace muñecos y después o los vende o los regala”.
Una tarde mi curiosidad fue demasiada y me baje del autobús en la parada que queda a una cuadra de la esquina donde por varios días había yo visto al viejito, cuando aquello aun no sabía su nombre. Pero para desilusión mía, él no estaba y en ese momento pasaba por la acera un niño de unos doce años a quien le pregunté si no había visto al viejito que hacia muñecos.
- No siempre esta en esta esquina, hoy esta dos cuadras mas abajo- me contestó.

Seguí caminando y en efecto a medianía de la cuadra siguiente lo divisé.
- Buenas tardes- le dije al llegar junto a él.
- Buenas tardes – me contestó sin levantar la cabeza de su trabajo.
- Sabe, me bajé de la guagua buscándolo, quiero ver sus trabajos- le dije intentando llamar su atención.

Sin variar su actitud me dijo que allí estaban. Si, en un cajón de madera tenía alrededor de 20 o 30 muñecos; perros, gatos, conejos, caballos, payasos, toda una variedad. Tomé una cabeza de arlequín pintada en la madera que formaba el contorno de la cara.
- ¿Cuánto vale esta?-pregunté, pensando que ahora si me tendría que mirar.
- Vale lo que usted crea si tiene con que pagar y si le gusta y no tiene dinero se la puede llevar igual-dijo, pero no me miró.
- Si, claro que me gusta, pero no se comprar si no me dan un precio- respondí.
- Lo siento señorita-dijo poniéndose de pie-mis objetos no tienen precio, lléveselo y buenas tardes, ya por hoy yo terminé.

Disciplinadamente recogió todos sus utensilios entre los que estaban: seguetas, pinceles, clavos y hasta una aguja y un dedal. Luego de echarlo todo en un saco, cargo su cajón al hombro y se marchó.
Solamente pude ver su rostro unos segundos, pero algo en él tanto me impresionó que, a partir de ese día cada tarde le hacía una visita, sin obtener ni una sola historia. El podía hablar de cualquier tema y para todo tenía conversación, pero nunca algo personal, ni siquiera una opinión.
Al cabo de un mes ya sabía yo su nombre y por simple deducción tenia la certeza de que no era ni un viejo loco, ni un pobre mendigo. Su vocabulario no era vulgar, hablaba de forma racional y coherente, sus conceptos eran muy sensatos y sus conocimientos muy amplios; esto ultimo lo supe por pura casualidad.
Una tarde, sentada yo en un quicio al lado de él, hablábamos como siempre de temas de actualidad; política, deportes, libros o cine.
- Dime Gloria- me dijo mirándome a los ojos-¿Por qué todas las tardes recibo tus cordiales visitas? ¿Por qué te empeñas en llevar mis objetos a tu trabajo y venderlos?
- No se- le contesté algo confusa por lo inesperado de la pregunta-quizás le tengo afecto y pienso que si puedo ayudarlo, eso me satisface. Espero que no se ofenda por ello.
- No, pero hay algo que creo que tú debes saber; yo no vivo de mis objetos, esto es sólo un entretenimiento-la dulzura de su voz me decía que la simpatía de nuestra relación era mutua.
- Anselmo,¿es verdad que vive usted en aquel garaje?-me atreví a preguntarle, señalando una hermosa casa blanca con un gran jardín detrás de una amplia verja, que daba paso a una escalinata que llevaba a un portal en alto, debajo del cual estaba el garaje.
- Si-fue toda su respuesta.
- ¿Le molesta mi presencia? ¿no le gusta que venga a verle trabajar y a conversar con usted?-quería aunque fuera esa opinión personal.
- Todo lo contrario, eres una muchacha muy inteligente, es muy grata tu compañía, pero tu actitud es rara para tu edad- esto lo dijo con mucha seriedad.
- No le entiendo-fue todo lo que dije a fin de saber más.
- Si, a tu edad se opina que los viejos somos trastos inservibles- y esto lo dijo con mucho convencimiento.
- No Anselmo, yo no creo eso, yo creo que ustedes son nuestros pilares.
- Caso raro, en fin, te invito a comer tamales y tomar un poco de café-dijo finalmente poniéndose a recoger sus cosas.
- Y yo acepto encantada-mi tono fue de real alegría porque Anselmo me miro y se sonrió.
Aquella tarde entré en su mundo por primera vez, era un mundo pequeño, un espacio cerrado de unos 25 pies cuadrados en el que muy apretadamente cabían: una cama personal, un gavetero, un chiforober (mueble alto, rectangular de madera que te utiliza para guardar ropa en percheros),una pequeña cocina de dos hornillas montada encima de un estante de dos puertas, una mesa con dos sillas y un muy alto librero con aproximadamente 200 libros. ¡Ah!, y por supuesto en la pared del fondo una larga tabla sujetada por unos pies de amigos donde se podían ver sus instrumentos y debajo del cual habían varios cajones con cientos de sus objetos; como él les llamaba.
Mi curiosidad crecía por minuto. Así es que, cómo quería atraparlo todo con mis ojos buscando una historia que, hasta el momento los labios de Anselmo diplomáticamente me habían negado, en lo que el preparaba lo que comeríamos fui hacia los libros; estos siempre dan un índice de la personalidad de su dueño. Pero cual no seria mi asombro al descubrir que casi el noventa por ciento de sus libros era de medicina y cuando ya me disponía a preguntarle, mis ojos se tropezaron con uno que aumentó aun más mi confusión:”Técnicas de Cirugía Maxilofacial” por Anselmo León. Lo cogí en mis manos y en ese momento Anselmo, que al parecer me observaba, sin dejarme abrir la boca.
- ¿Te interesa la medicina?
- A mi no, pero parece que a usted si- le dije.
- Si, mucho, ese que tienes en tus manos es mío-dijo con sencillez- Ven, ya esta la comida.
- Pero entonces usted es el doctor Anselmo León-afirmé.
- Si Gloria, no lo parezco. ¿verdad?-me pareció que había una gran tristeza en su voz.
- Yo no he dicho eso, pero usted tampoco me lo había comentado.
- Como tú no lo preguntaste- replicó él.

A pesar de aquel gran descubrimiento, aquella tarde no pude averiguar nada más. No, ahora recuerdo que supe algo más.
- Bueno Gloria, me alegro que te hallan gustado mis tamales y mi café; nos vemos entonces pasado mañana; digo si no tienes algo mejor que hacer porque es sábado- dijo al despedirnos.
- Claro, el sábado a las 10 a.m. estoy con usted, pero dígame Anselmo ¿Por qué los viernes no sale usted?- pregunté pensando que la respuesta sería que era el día en que descansaba.
- Todo lo contrario, los viernes salgo; es la única salida que hago cada semana.
- Sería una gran indiscreción preguntarle a donde va, ¿verdad?-dije un tanto cohibida pero muerta de la intriga.
- No, es muy sencillo; voy a ver a mi esposa- respondió él.

Llegué a casa sumamente desconcertada; era casado, pero vivía solo en un garaje, era médico y parecía, bueno no se; raro, solitario, extravagante. Claro que yo podía averiguar con la gente del barrio, muchos le conocerían de toda la vida, pero mi meta era que él me lo contase todo, de otro modo perdía toda la gracia.
Me senté en el borde de mi cama, mirando para la cómoda sobre la cual ya pasaban de diez los objetos de Anselmo, repasé en mi mente todos estos días compartidos con él y recordé sus palabras; si, era posible que resultara rara mi actitud dado que, teniendo yo veinte años mis inquietudes por las personas mayores quizás no sean propias de esta edad; la respuesta tal vez estaba en que habiéndome criado con abuela estaba muy acostumbrada a todo lo que ellos nos pueden enseñar o que, después de perderla necesito a alguien de su época para sentirme menos sola. De todos modos, fuera cual fuera mi motivo, lo que si era indudable era que Anselmo no era un viejo común; debía tener una historia y curiosamente no se regocijaba de ella. Si, cualquiera en mi lugar sentiría curiosidad; esos objetos me llevarían a su historia.
Habían transcurrido ya los días suficientes como para que yo además de mirar hubiera adquirido la habilidad de doblar el perchero y darle una forma animal o con un pincel y bajo las indicaciones de Anselmo, diera color a la madera; sin embargo nada más había él aportado a mis miles de inquietudes y dudas. Pero la casualidad. ¡Bendito sortilegio!...
Era martes en la tarde, Anselmo y yo estábamos trabajando, cuando un señor joven de entre 35 y 40 años se nos acercó.

- Oye Anselmo, te llamaron del hospital, dicen que tienes que ir mañana, parece que Eva esta enferma- le dijo en un tono que a mí me pareció muy desagradable.

Lo vi seriamente nervioso y preocupado, pero nada respondió, recogió sus cosas y se fue sin siquiera despedirse. Yo, un poco atrevida le seguí.
- ¿Por qué vienes detrás de mi?-me dijo en forma descompuesta.
- Perdóneme Anselmo, pensé que me necesitaría-traté de calmarlo- permítame ayudarlo, yo quiero ser su amiga, yo necesito su amistad. Yo no vengo a verlo por usted, lo hago por mí, yo le necesito- le confesé.

70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...