sábado, 28 de agosto de 2010

ANDREA BIEN MERECE UNA MISA VI

- Bien doctor- comenzó diciendo Oscar- ¿Estaba realmente enferma esta señora?- fue la primera pregunta que se le ocurrió, pues como estaban las cosas, todo era posible.
- Le diré señor...
- Llámeme Oscar, por favor- dijo terminando la frase.
- Bien Oscar, la señora Andrea Lujan desde joven fue diagnosticada con el trastorno bipolar, por si no estas muy relacionado con el termino le explico que este trastorno se caracteriza por episodios en los que el estado de animo y los niveles de actividad del paciente están profundamente alterados de forma que la alteración unas veces consiste en un estado de animo exaltado y gran nivel de actividad, fase maniaca; y en otras disminución del animo y descenso en la vitalidad y actividad, fase de depresión, según aparece en su expediente la primera crisis, al menos que fuera registrada fue en esa ocasión en que estuvo internada en la clínica del distrito montañoso, posteriormente, desconocemos si tuvo el debido tratamiento en su país, pero hace dos años volvió a ser internada en la misma clínica con una muy fuerte depresión.
- Doctor, usted la conoció cuando su primer ingreso, ¿sabe de la existencia de ese hijo?- le cuestiono Oscar.
- Permítame preguntarle Oscar, ¿Cómo esta usted seguro de estar representando al hijo de la señora Lujan?
- No doctor, yo precisamente estoy tratando de esclarecer ese vínculo, además, debo decirle que alrededor de esta investigación se han sucedido una serie de asesinatos, no se si usted leyó que el esposo de Andrea esta detenido, acusado de la muerte de su amante.
- No, no sabia, creo que será mejor que usted me acompañe a mi casa, usted y yo tenemos mucho de que hablar.

*


- Hola- contestaba Ibet.
- ¿Cómo se siente el sol?- era la voz de Oscar al otro lado del teléfono y del mundo.
- Oscar, que bueno oírte, ¿cómo estas?
- Bien, nunca mejor que ahora- su voz sonaba no solo alegre sino más bien satisfecha.
- Parece que tienes buenas noticias- le respondió Ibet- ya tienes la confirmación de que Tony es el hijo natural de Andrea- afirmo ella.
- Como de costumbre saltas a conclusiones precipitadamente y – hizo una pequeña pausa- estas equivocada.
- No, esta vez no me engañas, tu voz dice que algo muy bueno encontraste.
- Eso si es verdad- confirmo el.
- Entonces
- Entonces estoy de regreso en un par de días, ¿puedes tratar de contactar a Tony?
- Por supuesto.
*


El timbre del teléfono despertó a Ibet, en este caso se sintió muy aliviada pues estaba soñando que la perseguían y se encontraba al final de un callejón, un inmenso muro de piedras era lo único que tenia enfrente y estaba a punto de ver la cara de aquel sujeto, el timbre seguía insistente y a tientas cogio el auricular.
- Amor de la jungla- era la voz de Oscar.
- Oscar, ¿eres tú?- preguntó.
- Si, ¿no te alegra?
- Claro- dijo mirando el reloj que estaba sobre la mesa de noche- a esta hora, ¿Quién otro podía ser?- eran las tres de la madrugada.
- Sabia que te pondrías feliz, ven a buscarme, estoy en el aeropuerto y no tengo un peso- le tiro un beso y colgó.

*

Aquella tarde después que Oscar dejó la carta terminada sobre el escritorio de Ibet, se reuniría con ella en su casa, ella estaba ansiosa, consternada y desesperada, como siempre por saber. Oscar había llegado dos días antes y casi no se habían visto, aquella madrugada en que el llegó le pidió que le llevara a su casa pues necesitaba descansar, no quiso oír sus preguntas y no le contó nada en referencia a su viaje. Después sólo alguna que otra llamada, pero él había estado muy ocupado con la policía y a fin de cuentas lo único que había logrado saber era que, tanto Tony como el señor Lujan serian juzgados y les esperaban muchos años de cárcel.

- Cuéntamelo todo- dijo ella en cuanto le abrió la puerta de su apartamento.- ¿cómo es eso de que Tony mató al sacristán?, ¿Cómo que también la hermana del sacristán esta detenida?
- Calma, calma- contesto él.
- ¿Cómo me pides calma? Casi seis meses en este trajín y resulta que no sé nada- le reprochaba ella.
- Bueno mujer, te contaré- dijo Oscar comenzando el relato- cuando me entrevisté con el doctor Dapue me enteré de que él era el padre de Tony, pero no del Tony que nosotros conocimos, sino del verdadero Tony.
- ¿Cómo esta eso del verdadero Tony?- interrumpió ella
- Ibet, por una vez ¿podrías permanecer en silencio y escuchar?, te aseguro que todo te quedará aclarado una vez que me escuches- ella sonrió y se calló.
- Como te decía este médico le pagó por años al sacristán por su silencio.
- Esos son los pagos que la policía encontró en el cuarto del sacristán- dijo ella terminando la frase.
- Ahora si acertaste- afirmo él.
- Pero, ¿Quién es Tony?

70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...