martes, 18 de septiembre de 2018

COSTA AZUL



-        Hermoso día, ¿verdad señor Pita?
-        En efecto señora Torres.
-        Creo que este verano tendremos mucho trabajo, será muy movido. 
La señora Torres era toda una mujer de negocios, digo esto porque cumplía a cabalidad los requisitos de un eficiente y dinámico gerente de hotel y desde luego, entre sus cualidades estaba: la seriedad, la cortesía y sus pocas, pero precisas palabras.
El señor Pita por su parte era un hombre atractivo para sus años y muy cordial, quizás también por su trabajo: era abogado. Un abogado en plan de vacaciones en el hotel Costa Azul. Un espléndido lugar para nadar, hacer deportes, probar suerte en el casino o disfrutar de la tranquilidad que ofrecía este apartado hotel confortable y lujoso, pequeño y acogedor.
-        Buenos días señor Pita.
-        Así los tenga usted señora Parna.
-        Estoy entusiasmadisima, mi esposo hoy me llevará a dar un paseo en yate, ¿no le gusta el mar?
-        Como paisaje es maravilloso.
-        El matrimonio Llanes nos acompañará, ¿quiere unirse usted al grupo?
-        No, gracias, mi ejercicio favorito es caminar. Realmente en las ciudades uno se olvida, el modernismo es enemigo de la salud. Que lo pasen ustedes bien-dijo el abogado despidiéndose.

Como cada mañana, cuando aun estaba el sol bajo, Pita dio una caminata por la playa, bordeando la costa hasta la parte superior de los arrecifes que quedaban casi detrás del hotel y desde donde se divisaban los bañistas.
De regreso al hotel se encontró con el señor Guzmán, el que fuera abogado de la familia Solís, en vida del padre del que hoy es cliente de Pita, se saludaron como viejos conocidos. 
                                                           *

A la hora de la cena, el señor Lozano hizo la presentación formal de todos los huéspedes. La cena estuvo deliciosa y la sobremesa agradable. La señorita Guzmán fue hacia la biblioteca y el señor Lozano la siguió.
-        Si le gusta la literatura- dijo para comenzar la conversación- aquí encontrará todo lo que quiera.
-        Si, me gusta, es una diversión sana- respondió ella.
-        Por supuesto- dijo él-¿conoce usted al señor Pita?
-        No, no lo conocía personalmente, pero he oído hablar mucho de él.
-        Esperemos que bien- dijo Pita.
-        Iba a contarle a la señorita Guzmán que conocí a su padre en la escuela y éramos grandes amigos, un hombre muy paciente; fíjese que yo siempre le quité las novias y nunca me discutió ninguna. Porque el amor es la fuente de la vida y yo...
-        ¿Le gustaría ver el paisaje?-preguntó Pita a la joven.
-        Con todo placer, con permiso-dijo saliendo.
-        ¡Qué hombre tan arrogante!-exclamó la joven.
-        No le haga caso, es uno de tantos que vive la vida mirando hacia el pasado.
-        No comprendo como papá puede ser su amigo.

                                                                * 
En la terraza se habían dado cita por casualidad dos mujeres jóvenes e igualmente hermosas.
-        ¿No ha visto usted a mi esposo señora Lujan?
-        No, pero hay algunos hombres en el bar.-respondió la aludida.
-        Gracias, prefiero esperar aquí-dijo Luisa Solís.
-        ¡Cuanta belleza junta!- decía Guzmán acercándose.
-        Hola Guzmán- respondió Luisa.
-        Luisa, necesito los servicios profesionales de tu marido, es que tengo que ponerme todas las noches una inyección intravenosa- explico él.
-        Dígaselo usted mismo, esta en el bar.- respondió ella
-        Gracias, allá voy- dijo y al virarse tropezó con Raúl Llanes- Disculpe.
-        No tiene importancia- dijo Llanes-¿Han visto ustedes a mi esposa?
-        No, tal vez tenga jaqueca- dijo con un acento sarcástico la señora Parna que llegaba al grupo.
El hombre se retiro sin oír la frase.

                                                                *

-        Realmente es un lugar maravilloso y los niños están felices- comentaba la señora Solís
-        Me alegro-contestó Pita- me dio la impresión de que tu aspecto era cansado cuando llegaron.
-        Si, los últimos tiempos han sido difíciles para mí, creo que mi vida ha estado sacudida- declaró ella.
-        Vengan- llamó Pita a los niños- Si me permites- le dijo a ella- los llevaré a dar un paseo.
-        Si- se acercó a los niños- Trompín, pórtate bien y cuida a tu hermanita.

La señora Solís  se quedó a solas, pensando precisamente en los últimos meses. Su matrimonio tranquilo y seguro se había convertido en un desastre; su marido cariñoso y comprensivo se había tornado frío e irritable.
-        ¿Se siente usted a gusto?- era la señora Torres quien preguntaba.
-        Si, claro-dijo ella al ver sus pensamientos interrumpidos-es un sitio encantador y todos los empleados son muy atentos.
-        ¿Y sus hijos?
-        Pasean con Pita; él es el abogado de mi esposo, creo que fue él quien le recomendó el lugar.
-        Si, seguro. Con su permiso, tengo asuntos que atender- dijo Torres retirándose.

Esto le dio la oportunidad a Luisa Solís para continuar analizando el por qué de esa nueva conducta de su marido y decidió que necesitaba hablar con el  señor Guzmán; él le conocía muy bien. Anduvo todo el hotel buscándole y tuvo la oportunidad de encontrarse con varias personas y recibir una gran sorpresa.
-        ¡Roberto!- exclamó.
-        Hola Luisa- dijo el hombre abrazándola- Qué divina casualidad, estas preciosa.
-        Pero, yo no sabía...
-        Desde luego, yo tampoco sabía que ustedes estaban aquí. ¿Vinieron los niños?
-        Si, están paseando con el abogado de mi marido. Pero Cuéntame- le pidió ella.
-    Sin hacer cuenta de los años-dijo él sonriendo-estoy como tú, veraneando. Vine con un matrimonio amigo, los Parna, no se si los conoces.
-        Si, son una pareja muy simpática.
-        ¿Y tú marido?
-        Salió temprano a remar. Ven, caminemos por la playa, allí lo podrás saludar- le sugirió Luisa.
-        ¿Le agradará?- preguntó él.
-        Claro, los años no pasan en vano.

                                                                *

-        Vaya, vaya- decía Pedro Solís que se acercaba a Alina Guzmán.
-        ¡Oh!, eres tú- dijo ella despectiva.
-        Qué, ¿esperabas que fuera mi hermano?- dijo él cínicamente.
-        No, no esperaba nada, sólo que tú eres una verdadera sombra-contestó ella con desagrado.
-        ¿Tuya o de mi hermano?
-        De él, mía no tendría sentido.
-        No seas tonta, después de todo es mi hermano ¿no?
-        Si, pero tú no lo quieres tanto como para seguirlo a todas partes.
-        Olvídate de eso, ¿quieres ir al bar?
-        Si no hay otra cosa mejor que hacer- contestó resignada.
-        Quizás allí te encuentres con Luís, ¿sabes que pienso?, que tú eres otra sombra.
-        ¿Por qué te metes conmigo?- protestó.
-        Porqué...- él hizo una pausa antes de seguir hablando- Mira Alina, mejor tratemos de ser amigos. Nos conocemos hace tanto tiempo que ya debíamos ser más que eso. Además, tú sabes perfectamente lo que yo siento por Luisa y por Luís, a ti no puedo engañarte, pero tú tampoco a mi. Los demás piensan que eres una frágil muñequita, pero yo sé que eres fuerte y cruel.
-        No entiendo por qué dices eso- respondió ella visiblemente turbada.
-        Porque tu odio por Luisa sé que te llevaría a cualquier cosa y creo que estas equivocada. Tu ojo debía poner otro punto en la mirilla.
-        Ahora te entiendo menos.
-        Busca- dijo él con una sarcástica sonrisa.        

                                                               *




70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...