Le hicieron señas
para que se lanzara al mar y nadara hasta el yate. Este así lo hizo, por la
tirada se diría que era un buen nadador.
-
¿Qué pasa que no sale? - preguntó la señora Luján.
-
Nada mujer, estará nadando bajo el agua o contemplando
los peces- respondió el marido.
-
No, no-repitió la señora LLanes- ¿Dónde está nuestro
joven nadador?-preguntó buscándolo con la vista.
-
Aquí estoy-contestó Lino desde la popa.
-
Venga Lino, a mi me parece que se demora demasiado.
-
Voy a ver-dijo tirándose al mar.
A los pocos minutos salió, preso del terror; traía un cuerpo y aunque por la sangre en su cara no se distinguían los rasgos de su rostro, todos sabían que era Pedro Solís.
*
-
Veamos señores-les decía Ruiz a todos, reunidos de nuevo
en la sala de juegos-tengo entendido que todos vieron la tirada desde los
acantilados del señor Pedro Solís. El lugar ha sido revisado y todo parece
indicar que fue un accidente. ¿Qué me pueden decir ustedes?
-
Estábamos en el Yate-comenzó diciendo el señor
Parna-vimos a Solís y le hicimos señas para que se uniera al grupo; él se tiró
al agua, como demoraba en salir, le pedimos a Lino que fuera a ver que pasaba y
él le encontró con la cabeza rajada.
-
¿Todos vieron lo mismo? - preguntó el comisario.
-
Sí-contestó la señora LLanes- pero además pensamos que el
señor Pedro era muy buen nadador porque su caída en el agua parecía perfecta,
bueno eso nos pareció.
-
Usted joven-dijo Ruiz dirigiéndose a Lino-según parece es
un maestro en cosas acuáticas. ¿Qué cree?
-
Realmente señor, él se tiró muy bien, era una caída
limpia, entró en el agua a un ángulo perfecto, la verdad es que no me explico cómo midió tan mal la profundidad, el caso es que cuando yo me sumergí a
petición de mis acompañantes lo encontré muerto.
-
Bien
-
Señor-dijo Lozano-esto cada vez es peor, me parece que
habrá sido mi debut y mi despedida.
-
No se alarme, esto no creará problemas para su negocio,
hoy día vivimos tanto del sensacionalismo que, quizás hasta aumente su
clientela- le contestó Ruiz.
-
Bueno-continuó Ruiz- necesito saber donde estaban todos
hoy a las 9 a.m., a ver, usted-dijo señalando a Cary.
-
Yo hacía las camas en el segundo piso- respondió.
-
¿Quién la vio?
-
Estaba en el cuarto del señor Pita
-
En efecto-dijo Pita-ella estaba haciendo mi cama en lo
que yo tomaba una ducha.
-
Usted-le dijo a la señorita Guzmán.
-
Yo tomaba sol y el único que me vio fue Pedro.
-
La señora Solís estaba con sus hijos en su habitación,
¿no es así?
-
Si, los estaba preparando para bajar-respondió Luisa.
-
El matrimonio Luján- dijo Ruiz- ¡Ah!, si estaban en el
yate, y usted gerente.
-
En la gerencia-respondió la señora Torres.
-
¿Con el señor Lozano?
-
Si, ella estaba conmigo- dijo Lozano.
-
Tony-dijo Ruiz mirando al muchacho.
- A esa hora me estaba levantando, no creo que alguien
pueda atestiguarlo.
-
¿Y tu Carlos?
-
Yo estaba en la playa, como todos los días antes de
comenzar a trabajar.
-
Pero hoy se te hizo tarde-aclaró el comisario.
-
Si señor.
-
Señor Guzmán.
-
Yo dormía, en las noches tomo calmantes que no me
permiten despertar temprano.
-
Eso es todo, les veré luego, pueden marcharse. Usted no
Pita, le necesito- dijo el comandante.
-
¿Hay algo nuevo? - preguntó Pita.
-
No mucho, verá, las cartas según el perito datan de por
lo menos cinco años, por otra parte Duval confesó haber vendido las cartas a
Pedro, pero niega ser el padre de ninguno de los dos niños, su historia es
bastante parecida a la de la señora Solís. Además, dice haber salido tan
temprano porque en eso había quedado con Pedro, sólo había venido a concertar
el negocio; no obstante, está detenido hasta comprobar algo más definitivo.
Ahora dígame Pita, ¿cree realmente que fueran enemigos estos Duval y Luís
Solís?, ¿será cierto eso de que al llegar al hotel y verlo Luís dijo que aquí
venían mendigos?
-
Me parece que Solís no lo consideraba su enemigo, sabía
que había sido novio de Luisa, pero no creo que le diera importancia a eso; era
un hombre muy seguro de sí mismo, se le podía incluso considerar
autosuficiente. Duval lo que quería era sacarle partido, estaba necesitado y es sin
dudas un hombre sin escrúpulos. En
cuanto a la frase, si, a mi también me dijo algo parecido, pero no le di
importancia, hasta hoy- respondió Pita.
-
¿Qué fue exactamente lo que le dijo a usted?
-
Me dijo que hablaría con Lozano para que escogiera mejor
a sus huéspedes- Pita se quedó pensativo y concluyó-usó palabras como mendigo y
delincuente, sin duda haciendo alusión a alguna persona y yo también desde
luego pensé en Duval.
-
¿Ha estado Duval preso?
-
No que yo sepa
-
Lo averiguaré, pero por el momento no le apareció ningún récord.
*
-
Al fin-decía la señora Luján- nos marcharemos esta tarde.
-
Si, está claro que nosotros no podemos permanecer por más
tiempo aquí, para otros que vengan después no será más que una historia sobre
el lugar, pero para nosotros ha sido una terrible pesadilla- respondió la
señora Parna-Mi esposo y yo también nos vamos hoy.
-
Creo que el hotel se quedará vacío-comentó LLanes- sólo
el dueño y los empleados se quedaran, al menos eso es lo que he oído.
-
Estoy tan apenado- decía Lozano- tanto gusto que tenía de
encontrarnos y tantos planes que había hecho para recordar tiempos pasados.
-
No te preocupes- le contestó Guzmán- la culpa no es tuya,
otra vez será.
-
¿Crees que tu hija vuelva?
-
No, esa chiquilla es muy aprensiva.
-
Miguel-dijo Lozano bajando el tono de su voz- ¿es verdad
que tu hija estaba enamorada de Solís?
-
Si, siempre lo estuvo-contestó Guzmán con pesar-yo creía
que era un capricho, pero ya va demasiado lejos. Ojalá y se le pase pronto.
-
Seguro que si, es joven y no tiene porque aferrarse a un
absurdo recuerdo, ¿hubo algo entre ellos?
-
No, Luís jamás se fijó en ella- y cambiando el tema- Dime
Lozano, ¿Qué te ha dicho el comisario?
-
Bueno, tu sabes que los sabuesos nunca dicen todo lo que
saben- contestó- Según parece no hay nada definitivo; no hay huellas, no
aparece el arma, el disparo fue con silenciador porque nadie lo escuchó.
-
Más o menos es lo mismo que me dijo Pita-explicó
Guzmán-El forense dijo que la muerte se había producido entre las dos y las
tres de la madrugada; figúrate, todos estábamos en nuestras habitaciones, pero él
me dijo que para la policía era evidente que el asesino era alguien conocido,
porque de otro modo no se explica que Luís hubiera estado sentado en una butaca
como sosteniendo una conversación, a esa hora de la madrugada- Guzmán se
atrevió a preguntar- ¿conoces bien a la gerente?
-
No, sé lo que hay que saber de un empleado: es honesta y
seria, además de muy capacitada ¿por qué me lo preguntas? -preguntó éste a su
vez.
-
Yo sospecho que ella llevaba relaciones con Luís, no
puedo asegurarlo, pero en dos ocasiones los vi, no vi nada especial pero la
actitud de ambos me pareció significativa, no sé, fue un comentario. - dijo
finalmente Guzmán.
-
Espera-dijo Lozano al encontrarse en el pasillo a Cary-
no es que yo piense que tú estás pendiente de la vida de todos- aclaró-pero sí que por tu trabajo ves lo que otros no ven. Dime ¿alguna vez viste algo entre
el señor Luís Solís y la gerente?
-
Pero señor, no sé a que se refiere usted- contestó
evasiva.
-
Mira Cary- dijo para tratar de convencerla-esto no es
parte del interrogatorio, ni la señora Torres está bajo investigación, es pura
curiosidad, ¿viste algo o no?
-
Pues creo que si, una noche la vi regresar muy tarde de
la playa- dijo Cary nerviosa-pero yo la vi a ella, no puedo asegurar que el
hombre que la acompañaba era el difunto- y concluyendo la frase salió corriendo
y se tropezó con Pita- Disculpe señor.
-
No es nada- respondió él-¿Por qué está tan nerviosa?
-
No, no señor-dijo ella para seguir su carrera.
-
Pita-llamó Lozano-estaba comentando algo que quizás usted
sepa.
-
A ver, ¿de que se trata?
-
Aquí Guzmán me decía que le resultaba rara la amistad que
parece existía entre la gerente y Luís, y le acabo de preguntar a Cary, usted
sabe que el servicio siempre ve cosas que los demás no vemos.
-
¿Y que le dijo ella? - preguntó Pita.
-
No lo quiere asegurar, pero parece que los vio una noche
ya tarde viniendo de la playa.
-
Esto tiene que saberlo el comisario- fue la respuesta de
Pita.
*
-
Soy una mujer soltera y mayor de edad, ¿lo sabe usted? -
fue la respuesta de la señora Torres al ser interrogada por el comisario en
relación a su supuesta amistad con Luís Solís.
-
Señora, no quiero ser desagradable, pero aquí hay un
asesinato y yo tengo el derecho y hasta el deber de hacer todo tipo de
preguntas que necesite hacer-dijo Ruiz- si usted se niega a contestar, entonces
tendré motivos para sospechar de usted y buscar las razones que usted tiene
para callar- concluyó.
-
Mis razones son las únicas que puede tener una mujer que
mantiene relaciones sentimentales con un hombre casado- respondió ella.
-
La escucho entonces, y créame que si no es necesario no
se hará público este romance.
-
Le conocí-comenzó ella a relatar-el verano pasado; yo
trabajaba en otro hotel y él pasó unas semanas allí por cuestiones de negocios,
iniciamos un romance, creyendo yo que él era Damián Pita, eso fue lo que me
dijo y yo le creí. Después seguimos viéndonos y me confesó finalmente quién era
y que estaba casado cuando me dijo que vendría a pasar las vacaciones a este
hotel con su familia- sus ojos se nublaron con las lágrimas que produce el
engaño y la decepción-Yo no lo maté-dijo llorando-yo no tenía motivos para
hacerlo, él se iba a divorciar, nos casaríamos y aunque no lo hiciera; yo lo
amaba.
-
Comprendo-dijo Ruiz-usted se vio con él la noche en que
lo asesinaron, ¿no es así?
-
Si, salimos después de la cena, él le había dicho a su
esposa que quería descansar, caminamos por la playa, estuvimos juntos por la
zona de los acantilados y regresamos en la madrugada. Él subió por la entrada
principal y yo por las escaleras del fondo.
-
Los huéspedes se marchan hoy, ¿Se quedará usted con el
resto de los empleados?
-
Si, mi vida debe seguir su curso, yo mantengo a mi madre-
respondió.
-
Entonces nos veremos, y disculpe el mal rato- dijo Ruiz
al despedirse.
Costa Azul quedó
desierta, con una tranquilidad que asustaba. Después de los acontecimientos de
las últimas semanas, todos los clientes se habían marchado y aunque la
publicidad que se le había dado al caso no era mucha, todavía no se esperaban
huéspedes, no había reservaciones; los empleados seguían en sus puestos y
aparentemente nada en ellos había cambiado.
Los hermanos Solís
fueron enterrados, la policía seguía con su investigación y ahora el proceso
legal de herencias y testamentos tocaba a los abogados, los cuales se habían
dado cita en la oficina del licenciado García, abogado de Pedro Solís.
-
Buenas tardes García- decía Pita al entrar al despacho
del abogado.
-
Buenas Pita, tome asiento- contestó.
-
Nos llegó el momento de arreglar los asuntos financieros
de dos buenos clientes- comentó Pita- las cuestiones testamentarias son las más
desagradables de nuestra profesión.
-
Sin dudas, aquí tengo todos los documentos y como ya le
dimos lectura a los testamentos sólo nos queda hacer los trámites de
traspasos-después de titubear por un momento dijo- Pita, hay algo de lo cual yo
no había hablado antes por no tener plena seguridad y también por temor.
-
Explíquese, ¿a qué se refiere?
-
Todo lo que sé del asesinato de Luís lo sé por el sumario
que usted mismo me facilitó. Yo no tenía conocimiento de que Luís hubiera
estado enredado en drogas, pero sí sé de alguien a quien él denunció.
-
¿Cómo?, sea más claro, por favor.
-
Hace más de ocho años, quizás diez, Luís Solís me pidió
que hiciera una denuncia contra un sujeto que tenía contrabando de drogas, me
dio el nombre y algunos datos que servirían a la policía para agarrarlo y tener
suficientes pruebas contra él; así lo hice y el individuo en cuestión cumplió
cinco años en prisión.
-
En un primer momento-continuó diciendo García-me pareció
raro, aunque no se puede negar que Solís en materia de negocios siempre fue muy
recto; pero después de entablado el proceso, llegué a pensar que todo había
sido una trampa para hundir al muchacho, este joven sólo tenía veinte
años-García se puso de pie y buscó en su archivo-y además no veía el por qué.
Aquí tiene el nombre del muchacho- dijo entregándole un papel-por si de algo
sirve.
Pita leyó el nombre:
Guillermo Alariño, miró al abogado García y le dijo:
-
Quizás, quizás, pero lo que no entiendo es ¿por qué no le
dijo usted algo de esto a la policía?
-
Primero no me acordaba, hace tantos años-dijo-pero
después lo he pensado mucho y decidí que era mejor hablarlo con usted.
-
¿Usted le conoció? -dijo Pita- digo al joven que
encarcelaron.
-
Personalmente nunca le vi, si es a eso a lo que se
refiere-respondió García.
-
No sabe tampoco que relación podía existir entre él y
Luís
-
No, eso es precisamente lo que me hacía dudar.
*
-
Amigo Pita, ¡qué sorpresa! - exclamó Guzmán.
-
Buenas noches Guzmán- saludó Pita- discúlpeme que le
moleste en su casa.
-
No, al contrario, no es molestia alguna, me alegra verle
porque supongo que eso significa que me trae noticias- dijo Guzmán-Pero
siéntese.
-
No es mucho lo que traigo-dijo Pita-mas bien necesito de
su ayuda.
-
Bueno, pues tomemos una copa de Brandy-dijo Guzmán
mientras servía las copas del licor -siempre en su compañía se piensa mejor.
-
¿Conoce usted a alguien que se llame Guillermo Alariño? -preguntó
Pita.
-
Me parece haber oído ese apellido alguna vez, pero no
recuerdo dónde, ¿Quién es?
Pita le transfirió la totalidad de la conversación que él había sostenido con el abogado García,
después de lo cual volvió a preguntar.
-
¿Sabía algo de esto?
-
Espere-dijo Guzmán mientras se movía nervioso por la
estancia- esa es una historia muy larga- dijo poniendo sus manos en la cabeza-y
me parece que las cosas se complican. La historia comienza hace treinta años,
el padre de Luís tuvo relaciones extramaritales con una mujer, ya usted se
habrá dado cuenta de que la familia Solís es un tanto cascabelera; pues bien,
después de concluidas esas relaciones, el viejo Solís se mantuvo enviándole
dinero a esa mujer, era de ahí de donde me era familiar el apellido porque era
yo quien enviaba esos cheques cada mes. Entonces-continuó después de dar un
sorbo a su bebida-cuando Solís padre se sintió viejo y acabado, decidió darle
el apellido a un hijo que había nacido de dicha relación y nombrarlo también su
heredero. Según me dijo él mismo, fue a hablar con la madre y esta no le
permitió, lo del apellido desde luego; por lo que sólo le quedó testar a partes
iguales a favor de sus tres hijos; los dos legítimamente reconocidos y el
bastardo. Además, que lo del apellido lo dejó por escrito para en el caso de
que el muchacho al tener la mayoría de edad decidiera cambiar su apellido por
el paterno, pudiera hacerlo.
-
Pero el señor Solís padre murió hace quince años- le
interrumpió Pita- y si el muchacho nació hace treinta, cuando el viejo murió no
era mayor de edad.
-
No, pero en su testamento había una cláusula que se
refería a eso. Sólo que, poco antes de morir Solís, supo que el joven estaba
metido en el contrabando de drogas y anuló el testamento, dejando por herederos
a Luís y a Pedro.
-
Entonces el asesino pudo ser este otro hermano-Pita se
quedó callado por unos segundos-Recuerde que murieron los dos, creo que esto le
interesará a Ruiz.
-
Supongo que así es, aunque no creo que le sirva de mucho-contestó
Guzmán.
-
¿Por qué? -preguntó Pita-si este es el hombre que él
busca, tenemos pistas para él
-
Pero no existen pruebas- aclaró Guzmán.
-
Usted tiene el testamento, sólo necesitamos saber quien
es, quiero decir, cuál de los huéspedes del hotel dio un nombre falso- se
detuvo en su razonamiento porque Guzmán negaba insistentemente con la cabeza- ¿Qué
pasa?
-
Los testamentos anulados no se guardan- le dijo- ¿acaso
usted si lo hace?
-
No, claro que no, es cierto-reaccionó- ¿usted nunca lo
vio?, me refiero al hijo bastardo.
-
No, todo lo que supe del asunto fue a través de papeles,
convénzase-dijo Guzmán poniéndole la mano sobre el hombro-si el comisario no
encuentra alguna prueba, nosotros no podemos aportar ninguna.
-
Pero si estuvo detenido tendrán fotos en los archivos, se
podrán buscar.
-
Y cuando lo encuentren, ¿de qué lo acusaran?- preguntó
Guzmán
-
Claro, entiendo; aun suponiendo que en verdad fuera uno
de los que estaban allí eso no probaría nada, no se le puede acusar de ser
hermano desheredado, con rencores por haber sido tal vez víctima de una trampa
que le llevó a la cárcel. Incluso hasta el cambio de nombre estaría
justificado. ¿Quiere acompañarme a ver a Ruiz? - le invitó Pita.
-
¿Por qué no? - respondió Guzmán.
*
A la mañana
siguiente, como habían quedado Pita y Guzmán se encontraron en las puertas de la
jefatura de policía.
-
Buenos días, soy el abogado Damián Pita- se presentó-y
queremos ver al comandante Ruiz.
-
Espere un momento y le aviso- contestó el oficial de la
recepción.
-
Le confieso que no he podido dormir en toda la noche-
dijo Pita.
-
Comprendo-contestó Guzmán- el asunto es complicado y uno
se siente impotente.
-
Pueden pasar- les dijo el oficial.
-
Buenos días señores, ¿es una visita de cortesía o es un
asunto oficial? - saludó Ruiz.
-
Buenos días- respondieron los abogados y Pita aclaró-es
oficial y muy oficial.
-
Ustedes dirán, siéntese- dijo Ruiz acomodándose para
escuchar la historia.
Historia que Pita
relató con todos los pormenores y cada detalle, también el señor Guzmán hizo su
aporte, después de lo cual Ruiz sacó de su escritorio unas fotos y les anunció
-
Aquí tienen al hombre-extendió las fotos sobre el
escritorio- son del archivo de la prisión, en la mañana de ayer me llegó la
información de su falsa identidad- y reflexionando dijo-Y no tengo como agarrarlo a
menos que él solito confiese, este caso que para mi es doble asesinato quedará sin solución.
-
¡Es Lino! -exclamó perplejo el señor Guzmán.
-
Mendigo y
delincuente- dijo Pita repitiendo las palabras de Solís al entrar en el hotel.