lunes, 22 de octubre de 2018

COSTA AZUL ( PARTE 3)



La sala de juegos estaba muy concurrida y la atmósfera estaba viciada además de por el humo de tabaco, por la presión reinante; era una aleación de tristeza, curiosidad y miedo.
El salón no era muy grande por lo que, sin proponérselo estaban unos a los otros al alcance de las manos, pero aun así no podían escuchar entre sí lo que conversaban y menos aún lo que pensaban. Es curioso cómo las personas saben hacer gala de la buena educación, de hablar en tonos muy bajos y moderados cuando no quieren ser escuchados.
-        Esto es inconcebible- comentaba la señora LLanes a la señora Parna.
-        Pero él parecía una persona tan fina, ¿Cómo es posible que hombres como él estén metidos en negocios tan sucios? -decía la señora Parna.
-        Como siempre mi amigo, nada se sabe de lo que nos rodea-decía el señor LLanes.
-        Si, tiene usted razón- respondía Parna- a mí me dijo la camarera que le encontraron una bolsa de cocaína y sin embargo no parecía ser un tipo de esos.
-        Nunca se sabe, finalmente el hombre sólo entrega de sí lo que quiere y casi nunca quiere que sea todo-comentó el joven Lino.
-        Estoy muy asustada querido- dijo la señora Luján.
-        Tranquilízate, esto no nos concierne- le respondió el marido.
-        Pero, ¿Cómo no?, mira que sucedernos una cosa así en nuestra luna de miel- se lamentaba ella.
-        Eso la hace más inolvidable- bromeó él.
-        Hija, ¿Qué le has dicho a los niños? -preguntó el señor Guzmán a Luisa.
-        Nada- la mujer se hallaba realmente conmocionada-ellos están con la camarera, el señor Lozano aconsejó que les dijeran que su padre y yo íbamos a salir- y rompiendo en llanto pregunto- ¿sería por esto que Luís estaba tan raro últimamente?
-        No lo sé hija, pero yo no creo que tu marido estuviera metido en nada de eso, es mejor esperar y no hacer juicios. - respondió Guzmán.
-        Oye Tony, ¿no sería posible que te dejaran salir por un momento y me trajeras un trago de vodka? -preguntó Pedro.
-        No lo creo, pero preguntaré- respondió Tony.
-        Tú, deja de llorar- le gritó Pedro a Alina-con tus estúpidas lágrimas no se resuelve nada.
-        Déjame- dijo tratando de ahogar su angustia- eres un miserable, ¿es que en verdad no querías a tu hermano? -y hablándole con una dureza que desbordaba odio le dijo-no, claro que no, ¿es que acaso se puede dudar que fuiste tú quien lo mató?    

                                                         *                                          
                                                          

-        Mal ha comenzado su negocio Lozano-dijo el comandante Ruiz.
-        Estoy confundido, no entiendo cómo pudo haber ocurrido algo así, todas las personas que están hospedadas son personas decentes; de una forma u otra las conozco- decía el dueño.
-        Mejor, así podrá decirme quienes son antes de que yo los vea. Lo escucho- dijo el comandante reclinándose en un butacón de la biblioteca.
-        Aquí tiene la lista de todos los huéspedes- dijo Lozano entregando un papel-como usted sabe este hotel tiene catorce habitaciones, sólo hay once ocupadas. El señor Solís era un viejo amigo de la familia Guzmán, y este último había sido abogado del padre de Solís.
-        ¿Quién es Guzmán?
-        Somos amigos desde el colegio, hacía años que no nos veíamos, cuando compré el hotel lo llamé, lo invité a que pasara sus vacaciones; él vino con su hija, la señorita Alina. También con él vinieron los Solís, es decir Luís, su esposa, sus dos hijos y su hermano.
-        Pedro Solís- dijo Ruiz mirando la lista- hábleme de él.
-        Yo no le conocía, me parece un buen muchacho, además comandante; es el hermano-dijo Lozano haciendo un gesto de negación con la cabeza.
-        ¿Y? -fue la respuesta del oficial.
-        Lo digo por si usted está pensando…-se quedó callado.
-        Yo estoy aquí para pensar-dijo Ruiz- y usted no está para decirme lo que yo tengo o no que pensar, ¿o es que acaso usted si lo pensó? -dijo con una pregunta directa.
-        No, yo no, pero es que- el dueño titubeaba.
-        Siga Lozano- le invitó Ruiz.
-        Bueno, es que según sé por Guzmán, ese muchacho siempre le ha tenido una especie de envidia a Luís, no sé si serán celos. Le aseguro que no sé nada concreto, no es más que un comentario-concluyó.
-        Sigamos con los demás- indicó Ruiz.
-        El señor Pita es el abogado de Solís, hace años que se conocen, creo que usted sabe que, Luís al igual que su hermano son muy ricos y tienen una clínica y algunas industrias.
-        Sí, dígame algo del matrimonio Luján.
-        Es una pareja de recién casados. No los conozco, vinieron a pasar su luna de miel porque mi hermana les habló del lugar. Creo que no conocían a los demás huéspedes. Tampoco el señor Lino, es un oceanólogo, según me dijo estuvo en un pueblo cercano haciendo estudios de las costas y vino a concluir la investigación.
-        Este Roberto Duval, ¿Quién es?
-        Es médico, vino con el matrimonio Parna y el matrimonio LLanes.
-        ¿Quiénes son ellos?
-        Los hombres son socios en un negocio de ventanas y cristales.
-        ¿Algo más?
-        No
-        Ahora los empleados
-        Cary es la camarera, trabajó antes para mi familia; es una muchacha muy trabajadora y seria. Carlos es el bartender, un buen muchacho, estudia y ayuda a su familia. Tony es el del casino, yo no le conocía, pero Carlos lo recomendó; hasta ahora me parece bueno, aunque un poco alocado y adicto a las faldas, pero eso es todo y siempre que no ocasione problemas en el hotel a mi no me importa su vida privada.

                                                               *

-        Bien señores- decía el comandante al entrar en la sala de juegos- soy el comandante Ruiz y estoy a cargo de esta investigación, de más está decir que necesito la cooperación de todos. Creo que a todos de una forma u otra les interesa que esto sea aclarado lo antes posible, mientras tanto nadie entra o sale del hotel, comencemos- dijo  sacando una libreta del bolsillo -Damián Pita
-        Yo soy-respondió el nombrado
_    Acompáñeme, por favor- se dirigió al resto - es necesario que permanezcan en esta habitación, los iré llamando uno a uno. ¿Falta alguien?
-        Roberto Duval-dijo el señor LLanes.
-        Y ¿sabe usted dónde está?
-        No, él nos dijo que sólo estaría unos días, pero no lo vimos cuando se marchó.
-        Si sabe usted su dirección désela al señor Lozano y él me la llevará, gracias.
                                                                *                                               



-        Siéntese Pita-dijo Ruiz al entrar en la biblioteca- tengo entendido que usted era el abogado del occiso
-        Así es, llevo todos sus negocios desde el aspecto legal.
-        ¿También del hermano?
-        No, sólo en los negocios que tienen en común, para lo demás él tiene otro abogado.
-        ¿En qué me puede usted ayudar? -preguntó Ruiz descansando sus brazos cruzados sobre su abultada barriga.
-        No lo sé, le podría decir que Luís nunca estuvo envuelto en negocios de droga, pero sé que esas aseveraciones son arriesgadas. El caso es que, yo no lo creo y si es cierto, no lo sabía. Tampoco le conocía ningún enemigo.
-        ¿Cuánto tiempo hace que trabajaba para él?
-        Ocho años.
-        Problemas familiares.
-        Los desconozco señor.
-        El testamento.
-        Herederos a partes iguales su esposa y sus hijos.
-        Bien, nos veremos después, dígale a Pedro Solís que venga, por favor.
-        Pedro- dijo Pita- tu turno.
-        Oye Pita, ¿ves como no tenías que dejar pasar el tiempo? - fue la respuesta de Pedro.
-        Mira Pedro, una cosa no tiene nada que ver con la otra.
-        Eso lo veremos-dijo Pedro saliendo.

                                                    *

-         Entre-respondió Ruiz al llamado de la puerta.
-        A sus órdenes-dijo Pedro cerrando la puerta.
-        Lamento lo ocurrido-empezó diciendo Ruiz- pero creo que usted entenderá que la investigación no puede esperar.
-        Estoy de acuerdo con usted y además creo que lo puedo ayudar.
-        Muy bien, ¿Qué es lo que sabe?
-        Usted verá, hace dos días le entregué a Pita unas cartas que demuestran que mi hermano fue traicionado por su esposa. Yo no sabía exactamente que hacer y lo consulté con Pita, pensé que, como abogado de mi hermano él podía ayudarme a colocar las cosas en su sitio, ahora esto- dijo abriendo los brazos y asintiendo con la cabeza- No sé si tenga relación, pero el hombre con quien mi cuñada engañaba a mi hermano estaba aquí, es Roberto Duval- aseveró.
-        Vayamos por parte-dijo el comandante-usted le dio a Pita unas cartas, ¿Quién las escribió?
-        Son cartas escritas por mi cuñada para ese hombre, Duval.
-        ¿Puedo verlas?
-        Si-dijo levantándose- se las traigo.
-        Espere, primero dígame, ¿Cómo las consiguió?
-        Duval me las vendió por una buena suma.
-        Dígale-dijo Ruiz poniéndose las manos en la cabeza-a la señora Solís que quiero verla y venga usted con las cartas y con Pita.

                                                              *

La señora Solís entró a la biblioteca; su paso era lento, cansado, como si sobre sus espaldas cargara todo el peso del mundo.

-        Discúlpeme señora, pero es mi obligación, créame que sé cómo se siente y en verdad lamento mucho su pérdida-dijo Ruiz- de todos modos, trataré de ser lo más breve posible.
-        Dígame comisario-preguntó ella- ¿es cierto que mi esposo pudo estar en problema de drogas?
-        Yo aún no lo sé, pero por su pregunta puedo inferir que de ser así usted lo desconocía.
-        En efecto, yo nunca he estado al tanto de los negocios de mi esposo.
-        Últimamente, ¿eran buenas las relaciones entre ustedes?, ¿notó usted algo extraño en su marido?
-        Si he de decirle la verdad, desde hacía meses su comportamiento era muy raro, parecía preocupado, nervioso y estábamos atravesando dificultades, es decir desavenencias en el matrimonio- respondió ella con lágrimas en los ojos.
-        Usted esta mañana entró a la habitación y le encontró sentado en la butaca, muerto. Dígame y perdone la pregunta, pero necesito saber, ¿Por qué no durmió usted en su habitación?
-        La verdad es que en la tarde de ayer habíamos tenido una discusión, eran muy frecuente en los últimos tiempos y yo le dije que me iría a dormir al cuarto de los niños hasta que se le calmaran los nervios.
-        ¿Por qué discutieron?
-        Quizás la culpa fue mía, yo lo acosaba a preguntas; quería saber por qué estaba nervioso e irritable y eso lo ponía peor.
-        Adelante- dijo Ruiz contestando al toque en la puerta, Pedro le entregó un sobre y el inspector virándose de espalda lo abrió revisando su contenido-Señora- dijo mostrándole las cartas - ¿puede usted explicarme esto?
-        Perfectamente, son cartas de amor- dijo mirando a Pedro- las escribí hace más de seis años y me gustaría saber que hacen aquí.
-        Según su cuñado, el señor Duval se las vendió. Además señora, las cartas no tienen fecha y evidentemente hablan de sus hijos, no los tenía usted hace más de seis años ya que, el mayor tiene esa edad- dijo Ruiz realmente confundido- ¿Sabía usted que el señor Duval se fue esta mañana?
-        No, claro que no lo sabía- ahora estaba aturdida, no entendía.
-        ¿Sabe lo que eso significa?
-        Pero señor Ruiz, las cartas fueron escritas antes de mi matrimonio con Luís. Si hablan de mis hijos es porque soñaba con tenerlos y lo único cierto es que, los nombré como habíamos pensado nombrarlos Roberto y yo, porque cuando conocí a Luís estaba muy enamorada de Roberto.
-        Esto hay que verificarlo, pueden retirarse todos menos usted abogado, necesito hablar algunas cosas con usted- concluyó Ruiz.
-        Un momento comandante-dijo Pedro-quiero solicitar la anulación del testamento de mi hermano y pedir oficialmente que se investigue la paternidad de esos dos niños.
-        No se apresure Pedro-le contestó Ruiz-todo a su debido tiempo, ahora retírese.
-        Pita, debo preguntarle ¿Por qué me ocultó este asunto de las cartas?
-        Ruiz, yo no creo en esas cartas, no creo en la supuesta infidelidad de Luisa y sé perfectamente cómo se complican estos sumarios- le respondió
-        Pero, usted sabe que ese hombre resulta sospechoso-afirmó Ruiz.
-        Sí, pero sólo porque se ha marchado sin que nadie lo supiera y en la precisa mañana en que apareció muerto Luís, no por las malditas cartas.
-        Eso déjemelo a mí- dijo Ruiz.
-        ¿Qué hará ahora? - preguntó Pita.
-        Ya mandé a detener a ese hombre, ahora voy a ver a un perito para este asunto de las cartas. Ninguno de ustedes debe de abandonar el hotel, yo regresaré en la mañana.




70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...