La sala de juegos
estaba muy concurrida y la atmósfera estaba viciada además de por el humo de
tabaco, por la presión reinante; era una aleación de tristeza, curiosidad y
miedo.
El salón no era muy
grande por lo que, sin proponérselo estaban unos a los otros al alcance de las
manos, pero aun así no podían escuchar entre sí lo que conversaban y menos aún lo que pensaban. Es curioso cómo las personas saben hacer gala de la buena
educación, de hablar en tonos muy bajos y moderados cuando no quieren ser
escuchados.
-
Esto es inconcebible- comentaba la señora LLanes a la
señora Parna.
-
Pero él parecía una persona tan fina, ¿Cómo es posible
que hombres como él estén metidos en negocios tan sucios? -decía la señora
Parna.
-
Como siempre mi amigo, nada se sabe de lo que nos
rodea-decía el señor LLanes.
-
Si, tiene usted razón- respondía Parna- a mí me dijo la
camarera que le encontraron una bolsa de cocaína y sin embargo no parecía ser
un tipo de esos.
-
Nunca se sabe, finalmente el hombre sólo entrega de sí lo
que quiere y casi nunca quiere que sea todo-comentó el joven Lino.
-
Estoy muy asustada querido- dijo la señora Luján.
-
Tranquilízate, esto no nos concierne- le respondió el
marido.
-
Pero, ¿Cómo no?, mira que sucedernos una cosa así en
nuestra luna de miel- se lamentaba ella.
-
Eso la hace más inolvidable- bromeó él.
-
Hija, ¿Qué le has dicho a los niños? -preguntó el señor Guzmán
a Luisa.
-
Nada- la mujer se hallaba realmente conmocionada-ellos
están con la camarera, el señor Lozano aconsejó que les dijeran que su padre y
yo íbamos a salir- y rompiendo en llanto pregunto- ¿sería por esto que Luís
estaba tan raro últimamente?
-
No lo sé hija, pero yo no creo que tu marido estuviera
metido en nada de eso, es mejor esperar y no hacer juicios. - respondió Guzmán.
-
Oye Tony, ¿no sería posible que te dejaran salir por un
momento y me trajeras un trago de vodka? -preguntó Pedro.
-
No lo creo, pero preguntaré- respondió Tony.
-
Tú, deja de llorar- le gritó Pedro a Alina-con tus
estúpidas lágrimas no se resuelve nada.
-
Déjame- dijo tratando de ahogar su angustia- eres un
miserable, ¿es que en verdad no querías a tu hermano? -y hablándole con una
dureza que desbordaba odio le dijo-no, claro que no, ¿es que acaso se puede
dudar que fuiste tú quien lo mató?
*
-
Mal ha comenzado su negocio Lozano-dijo el comandante
Ruiz.
-
Estoy confundido, no entiendo cómo pudo haber ocurrido
algo así, todas las personas que están hospedadas son personas decentes; de una
forma u otra las conozco- decía el dueño.
-
Mejor, así podrá decirme quienes son antes de que yo los
vea. Lo escucho- dijo el comandante reclinándose en un butacón de la
biblioteca.
-
Aquí tiene la lista de todos los huéspedes- dijo Lozano entregando un papel-como usted sabe este hotel tiene catorce habitaciones, sólo
hay once ocupadas. El señor Solís era un viejo amigo de la familia Guzmán, y
este último había sido abogado del padre de Solís.
-
¿Quién es Guzmán?
-
Somos amigos desde el colegio, hacía años que no nos
veíamos, cuando compré el hotel lo llamé, lo invité a que pasara sus
vacaciones; él vino con su hija, la señorita Alina. También con él vinieron los
Solís, es decir Luís, su esposa, sus dos hijos y su hermano.
-
Pedro Solís- dijo Ruiz mirando la lista- hábleme de él.
-
Yo no le conocía, me parece un buen muchacho, además comandante;
es el hermano-dijo Lozano haciendo un gesto de negación con la cabeza.
-
¿Y? -fue la respuesta del oficial.
-
Lo digo por si usted está pensando…-se quedó callado.
-
Yo estoy aquí para pensar-dijo Ruiz- y usted no está para
decirme lo que yo tengo o no que pensar, ¿o es que acaso usted si lo pensó? -dijo
con una pregunta directa.
-
No, yo no, pero es que- el dueño titubeaba.
-
Siga Lozano- le invitó Ruiz.
-
Bueno, es que según sé por Guzmán, ese muchacho siempre
le ha tenido una especie de envidia a Luís, no sé si serán celos. Le aseguro
que no sé nada concreto, no es más que un comentario-concluyó.
-
Sigamos con los demás- indicó Ruiz.
-
El señor Pita es el abogado de Solís, hace años que se
conocen, creo que usted sabe que, Luís al igual que su hermano son muy ricos y tienen una clínica y algunas industrias.
-
Sí, dígame algo del matrimonio Luján.
-
Es una pareja de recién casados. No los conozco, vinieron
a pasar su luna de miel porque mi hermana les habló del lugar. Creo que no
conocían a los demás huéspedes. Tampoco el señor Lino, es un oceanólogo, según
me dijo estuvo en un pueblo cercano haciendo estudios de las costas y vino a
concluir la investigación.
-
Este Roberto Duval, ¿Quién es?
-
Es médico, vino con el matrimonio Parna y el matrimonio
LLanes.
-
¿Quiénes son ellos?
-
Los hombres son socios en un negocio de ventanas y
cristales.
-
¿Algo más?
-
No
-
Ahora los empleados
-
Cary es la camarera, trabajó antes para mi familia; es
una muchacha muy trabajadora y seria. Carlos es el bartender, un buen muchacho,
estudia y ayuda a su familia. Tony es el del casino, yo no le conocía, pero
Carlos lo recomendó; hasta ahora me parece bueno, aunque un poco alocado y
adicto a las faldas, pero eso es todo y siempre que no ocasione problemas en el
hotel a mi no me importa su vida privada.
*
-
Bien señores- decía el comandante al entrar en la sala de
juegos- soy el comandante Ruiz y estoy a cargo de esta investigación, de más está decir que necesito la cooperación de todos. Creo que a todos de una forma
u otra les interesa que esto sea aclarado lo antes posible, mientras tanto
nadie entra o sale del hotel, comencemos- dijo
sacando una libreta del bolsillo -Damián Pita
-
Yo soy-respondió el nombrado
_ Acompáñeme, por favor- se dirigió al resto - es necesario
que permanezcan en esta habitación, los iré llamando uno a uno. ¿Falta alguien?
-
Roberto Duval-dijo el señor LLanes.
-
Y ¿sabe usted dónde está?
-
No, él nos dijo que sólo estaría unos días, pero no lo
vimos cuando se marchó.
-
Si sabe usted su dirección désela al señor Lozano y él me
la llevará, gracias.
*
-
Siéntese Pita-dijo Ruiz al entrar en la biblioteca- tengo
entendido que usted era el abogado del occiso
-
Así es, llevo todos sus negocios desde el aspecto legal.
-
¿También del hermano?
-
No, sólo en los negocios que tienen en común, para lo
demás él tiene otro abogado.
-
¿En qué me puede usted ayudar? -preguntó Ruiz descansando
sus brazos cruzados sobre su abultada barriga.
-
No lo sé, le podría decir que Luís nunca estuvo envuelto
en negocios de droga, pero sé que esas aseveraciones son arriesgadas. El caso
es que, yo no lo creo y si es cierto, no lo sabía. Tampoco le conocía ningún enemigo.
-
¿Cuánto tiempo hace que trabajaba para él?
-
Ocho años.
-
Problemas familiares.
-
Los desconozco señor.
-
El testamento.
-
Herederos a partes iguales su esposa y sus hijos.
-
Bien, nos veremos después, dígale a Pedro Solís que
venga, por favor.
-
Pedro- dijo Pita- tu turno.
-
Oye Pita, ¿ves como no tenías que dejar pasar el tiempo?
- fue la respuesta de Pedro.
-
Mira Pedro, una cosa no tiene nada que ver con la otra.
-
Eso lo veremos-dijo Pedro saliendo.
*
-
Entre-respondió
Ruiz al llamado de la puerta.
-
A sus órdenes-dijo Pedro cerrando la puerta.
-
Lamento lo ocurrido-empezó diciendo Ruiz- pero creo que
usted entenderá que la investigación no puede esperar.
-
Estoy de acuerdo con usted y además creo que lo puedo
ayudar.
-
Muy bien, ¿Qué es lo que sabe?
-
Usted verá, hace dos días le entregué a Pita unas cartas
que demuestran que mi hermano fue traicionado por su esposa. Yo no sabía exactamente que hacer y lo consulté con Pita, pensé que, como abogado de mi
hermano él podía ayudarme a colocar las cosas en su sitio, ahora esto- dijo abriendo los brazos y asintiendo con la cabeza- No sé si
tenga relación, pero el hombre con quien mi cuñada engañaba a mi hermano estaba
aquí, es Roberto Duval- aseveró.
-
Vayamos por parte-dijo el comandante-usted le dio a Pita
unas cartas, ¿Quién las escribió?
-
Son cartas escritas por mi cuñada para ese hombre, Duval.
-
¿Puedo verlas?
-
Si-dijo levantándose- se las traigo.
-
Espere, primero dígame, ¿Cómo las consiguió?
-
Duval me las vendió por una buena suma.
-
Dígale-dijo Ruiz poniéndose las manos en la cabeza-a la
señora Solís que quiero verla y venga usted con las cartas y con Pita.
*
La señora Solís
entró a la biblioteca; su paso era lento, cansado, como si sobre sus espaldas
cargara todo el peso del mundo.
-
Discúlpeme señora, pero es mi obligación, créame que sé cómo se siente y en verdad lamento mucho su pérdida-dijo Ruiz- de todos modos,
trataré de ser lo más breve posible.
-
Dígame comisario-preguntó ella- ¿es cierto que mi esposo
pudo estar en problema de drogas?
-
Yo aún no lo sé, pero por su pregunta puedo inferir que
de ser así usted lo desconocía.
-
En efecto, yo nunca he estado al tanto de los negocios de
mi esposo.
-
Últimamente, ¿eran buenas las relaciones entre ustedes?,
¿notó usted algo extraño en su marido?
-
Si he de decirle la verdad, desde hacía meses su
comportamiento era muy raro, parecía preocupado, nervioso y estábamos
atravesando dificultades, es decir desavenencias en el matrimonio- respondió
ella con lágrimas en los ojos.
-
Usted esta mañana entró a la habitación y le encontró
sentado en la butaca, muerto. Dígame y perdone la pregunta, pero necesito saber,
¿Por qué no durmió usted en su habitación?
-
La verdad es que en la tarde de ayer habíamos tenido una
discusión, eran muy frecuente en los últimos tiempos y yo le dije que me iría a
dormir al cuarto de los niños hasta que se le calmaran los nervios.
-
¿Por qué discutieron?
-
Quizás la culpa fue mía, yo lo acosaba a preguntas;
quería saber por qué estaba nervioso e irritable y eso lo ponía peor.
-
Adelante- dijo Ruiz contestando al toque en la puerta,
Pedro le entregó un sobre y el inspector virándose de espalda lo abrió
revisando su contenido-Señora- dijo mostrándole las cartas - ¿puede usted
explicarme esto?
-
Perfectamente, son cartas de amor- dijo mirando a Pedro-
las escribí hace más de seis años y me gustaría saber que hacen aquí.
-
Según su cuñado, el señor Duval se las vendió. Además
señora, las cartas no tienen fecha y evidentemente hablan de sus hijos, no los
tenía usted hace más de seis años ya que, el mayor tiene esa edad- dijo Ruiz
realmente confundido- ¿Sabía usted que el señor Duval se fue esta mañana?
-
No, claro que no lo sabía- ahora estaba aturdida, no
entendía.
-
¿Sabe lo que eso significa?
-
Pero señor Ruiz, las cartas fueron escritas antes de mi
matrimonio con Luís. Si hablan de mis hijos es porque soñaba con tenerlos y lo
único cierto es que, los nombré como habíamos pensado nombrarlos Roberto y yo,
porque cuando conocí a Luís estaba muy enamorada de Roberto.
-
Esto hay que verificarlo, pueden retirarse todos menos
usted abogado, necesito hablar algunas cosas con usted- concluyó Ruiz.
-
Un momento comandante-dijo Pedro-quiero solicitar la
anulación del testamento de mi hermano y pedir oficialmente que se investigue
la paternidad de esos dos niños.
-
No se apresure Pedro-le contestó Ruiz-todo a su debido
tiempo, ahora retírese.
-
Pita, debo preguntarle ¿Por qué me ocultó este asunto de
las cartas?
-
Ruiz, yo no creo en esas cartas, no creo en la supuesta
infidelidad de Luisa y sé perfectamente cómo se complican estos sumarios- le
respondió
-
Pero, usted sabe que ese hombre resulta sospechoso-afirmó
Ruiz.
- Sí, pero sólo porque se ha marchado sin que nadie lo
supiera y en la precisa mañana en que apareció muerto Luís, no por las malditas
cartas.
-
Eso déjemelo a mí- dijo Ruiz.
-
¿Qué hará ahora? - preguntó Pita.
-
Ya mandé a detener a ese hombre, ahora voy a ver a un
perito para este asunto de las cartas. Ninguno de ustedes debe de abandonar el
hotel, yo regresaré en la mañana.