martes, 21 de noviembre de 2017



POR LA VIDA

La vida me ha dado todo y de todo.
Todo cuanto he podido anhelar, lo he tenido, lo he vivido. Quizás no de la forma en que yo lo hubiera diseñado, pero si del modo perfecto como Dios pone cada cosa en su lugar y en su momento porque no hay algo que suceda de forma fortuita. Todo tiene su propósito, tan sólo el estar aquí responde a una razón aun cuando no somos conscientes de ello.
Por eso cada deseo escondido en esos pensamientos que a nadie decimos, cada anhelo que nuestra alma acaricia cuando soñamos, cada ilusión de arcoíris esperanzador, cada beso fraguado en unos labios sin tocar. Todo, todo cuanto he podido imaginar y más, la vida me lo ha dado. Dios me lo ha concedido. Dios me ha concedido peticiones que no he hecho, Dios me ha dado regalos que no he pedido y por supuesto, Dios me ha dado lecciones en materias que desconocía.
Cada vez que descubro a Dios concediéndome algo que no he pedido, me reconozco como su hija y doy gracias por ello. Cada situación en la que mi corazón es lastimado, tambien doy gracias por la enseñanza y envío bendiciones al mensajero porque reconozco que todo se debe a un plan perfecto; no hay ni una hoja que se mueva sin que Dios lo sepa. Cuan bella es la vida y aún más cuando alcanzamos a ver la magnificencia de su creador.
Dios ha puesto ángeles en mi vida que con su amor endulzan mis días y jamás me abandonan ni aun los que ya no comparten mi plano terrenal y a otros ángeles que han tenido una misión antagónica y hasta cruel, enseñándome duras realidades que quizás no quería ver.
Somos tan pequeños que en nuestra debilidad está nuestra fortaleza, somos tan frágiles que nos quiebra la realidad; somos tan fuertes como el mismo Dios cuando confiamos en Él y tan firmes como sus designios porque en el libre albedrío que nos otorgó, nos dio el mejor instrumento de lucha: La oración. Y tambien nos regaló el arma que todo vence: Él perdón.
Cada embate, cada sufrimiento, cada enfermedad o dolor, mirado a través de los ojos del corazón, es una amorosa lección. No vivimos para hoy, vivimos el hoy para crecer en amor y sabiduría de espíritu.
Por eso hoy quiero agradecer a todos los que de una manera u otra han contribuido a mi escalera de vida, ayudándome a que así se desarrolle el plan de Dios. Y quiero una vez más decir:
 Gracias Señor

 Por la vida. © Tere Núñez

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