POR LA VIDA
La vida me ha dado todo y de todo.
Todo cuanto he podido anhelar, lo he
tenido, lo he vivido. Quizás no de la forma en que yo lo hubiera diseñado, pero
si del modo perfecto como Dios pone cada cosa en su lugar y en su momento
porque no hay algo que suceda de forma fortuita. Todo tiene su propósito, tan
sólo el estar aquí responde a una razón aun cuando no somos conscientes de
ello.
Por eso cada deseo escondido en esos
pensamientos que a nadie decimos, cada anhelo que nuestra alma acaricia cuando
soñamos, cada ilusión de arcoíris esperanzador, cada beso fraguado en unos
labios sin tocar. Todo, todo cuanto he podido imaginar y más, la vida me lo ha
dado. Dios me lo ha concedido. Dios me ha concedido peticiones que no he hecho,
Dios me ha dado regalos que no he pedido y por supuesto, Dios me ha dado
lecciones en materias que desconocía.
Cada vez que descubro a Dios
concediéndome algo que no he pedido, me reconozco como su hija y doy gracias
por ello. Cada situación en la que mi corazón es lastimado, tambien doy gracias
por la enseñanza y envío bendiciones al mensajero porque reconozco que todo se
debe a un plan perfecto; no hay ni una hoja que se mueva sin que Dios lo sepa.
Cuan bella es la vida y aún más cuando alcanzamos a ver la magnificencia de su
creador.
Dios ha puesto ángeles en mi vida que
con su amor endulzan mis días y jamás me abandonan ni aun los que ya no
comparten mi plano terrenal y a otros ángeles que han tenido una misión antagónica
y hasta cruel, enseñándome duras realidades que quizás no quería ver.
Somos tan pequeños que en nuestra
debilidad está nuestra fortaleza, somos tan frágiles que nos quiebra la
realidad; somos tan fuertes como el mismo Dios cuando confiamos en Él y tan
firmes como sus designios porque en el libre albedrío que nos otorgó, nos dio
el mejor instrumento de lucha: La oración. Y tambien nos regaló el arma que
todo vence: Él perdón.
Cada embate, cada sufrimiento, cada
enfermedad o dolor, mirado a través de los ojos del corazón, es una amorosa
lección. No vivimos para hoy, vivimos el hoy para crecer en amor y sabiduría de
espíritu.
Por eso hoy quiero agradecer a todos los
que de una manera u otra han contribuido a mi escalera de vida, ayudándome a
que así se desarrolle el plan de Dios. Y quiero una vez más decir:
Gracias Señor
Por
la vida. © Tere Núñez