Desvistiendo al alba
unas
nubes silenciosas
cobijaban
las estrellas
venían
desde muy lejos
dejaban
detrás otro cielo
que
ya estaba en el ocaso.
Un
coqueto rayo de luz
resplandecía
en la marea
se
unía al susurro de las olas
y
juntos anunciaban
la
mañana.
Nos
miramos en silencio
contemplamos
el milagro.
Éramos
testigos
del
sublime alumbramiento:
un
día estaba naciendo. (Musa)