A la larga los bipolares terminamos sintiendo lástima
de nosotros mismos. ¿Lástima dije? No,
eso no es exacto; más bien tenemos lástima de los que nos rodean y nos aman y
nos aguantan. Por nosotros lo que sentimos es algo que yo he dado a llamar: Mea
culpa de la no culpa. Y es que siempre muy en el fondo sabemos que por muy
funcionales que parezcamos o que nos crean, no lo somos , no al nivel de los
demás; a pesar de que somos tan o más inteligentes que el promedio de la
población, contamos con una lógica casi aplastante, nuestro cerebro es más
activo de lo que al final quisiéramos, las ideas nos atropellan, y la
concatenación de los eventos hasta la podemos prever, nos perdemos en una
maraña de razonamientos que nos hacen diferentes e incomprendidos; eso sin
contar que el entorno casi nunca nos favorece, pero si, somos responsables de
no manejar los conflictos de la misma manera que el resto de los mortales,
aunque no seamos realmente culpables.
La BIPOLARIDAD es una condición que oscila entre dos
polos; el de la euforia y el de la depresión, producto de un desbalance químico
a nivel del cerebro. Esto lleva implícito que no podemos controlar algo que, es
un desajuste físico que se produce a nivel celular y que resulta en la mayoría
de los casos, al menos al comienzo tan sutil como irreconocible y que de hecho
como comienza en la pubertad suele achacarse a cambios de la edad. Ya de
entrada esta condición crea conflictos en la familia, en la escuela, pero sobre
todo dentro de nosotros mismos al no poder manejar, y ni siquiera entender la
profunda tristeza que nos inhabilita en ocasiones hasta para las más simples
tareas diarias o que nos llena de tanto irrealista optimismo y enorme y
desmedida alegría que nos lleva a ser temerarios y actuar con total impunidad y
excesivo riesgo. Porque además la manifestación de la etapa depresiva no siempre
es llanto o tristeza como se suele pensar, por el contrario, puede también
expresarse con una enorme irritabilidad conjuntamente con agresividad y hasta
con ira. Mientras que la etapa eufórica nos puede inducir a tomar riesgos en
todos los niveles posible y hasta los impensados; por lo que ambos estados en
su necesidad de escape o satisfacción arrastran una corriente de turbulencia
hacia las drogas, la bebida, la sexualidad desbordada o cualquier extremo que
pueda en cierta forma mitigar tanto la depresión como la euforia.
Por lo que después de lo antes dicho vienen los
problemas, porque aun para los que funcionamos en un nivel más bajo dentro de esta
condición y no terminamos con adicciones peligrosas; somos inadaptados, somos
inestables, y en ocasiones somos una bomba de tiempo, un polvorín dispuesto a
estallar en cualquier momento. Es en extremo difícil complacer permanentemente
a un Bipolar porque sus deseos y necesidades están cambiando constantemente;
sus pasiones por una profesión, un hobby, un arte suelen ser muy intensas pero
la mayoría de las veces también son efímeras. Así su pasión o devoción por sus
afectos les pueden llevar hasta los mayores sacrificios, siempre y cuando no se
sientan defraudados o mejor aún traicionados porque a despecho de lo que los
demás crean tenemos altos conceptos de valores, sobre todo de los valores
humanos y sentimentales.
Y aunque hoy día a la mayoría de los hechos
criminales se les están indilgando a modo de justificación que los que los
comenten son bipolares, no siempre esto es cierto, de plano niego que dicha
condición lleve a quien la padece a ser un criminal; no estoy excluyendo que
por consumir algún tipo de droga que exacerbe su agresividad pueda llevar a cabo
un asesinato o algún otro acto delictivo, tampoco estoy negando que en una
crisis cometa suicidio, pero el verdadero criminal sin escrúpulos, que actúa
con premeditación, que es capaz de infligir daño sin el menor remordimiento es
el Psicópata, que es una condición severa y altamente peligrosa. El bipolar si
es dañino de alguna manera lo es consigo mismo, jamás actúa sin importarle
lastimar a otros mientras el psicópata es un ser totalmente indolente a quien
más que importarle dañar a otro, le da placer. Ratifico que es totalmente
injusto la forma en que se está justificando a algunos asesinos con la
bipolaridad. Concluyendo esta comparación y quizás lo más significativo es que
la bipolaridad es un trastorno del estado de ánimo, mientras la psicopatía es
un trastorno de la personalidad.
El párrafo anterior se sale del verdadero tema y es
porque así funciona la mente nuestra en ocasiones, como dije las ideas saltan y
eso es falta de concentración, pero también puede ser exceso de una idea que
nos persigue, de un tema que no se calla dentro de nuestra mente y eso fue lo
anterior.
¿Qué por qué titulé este ensayo Dicotomía? Por eso,
porque una dicotomía es blanco y negro y los bipolares la mayor parte del
tiempo vivimos así, sin ver los grises y el espectro de colores entre luz y
oscuridad es inmenso pero muchas veces se nos escapa.
Dicotomía, proviene de la palabra griega DICHÓTOMOS,
que significa “dividido en mitades”. Por lo cual la dicotomía complementa al
bipolar o lo representa y si no veamos ejemplos de dicotomía:
- El Ying y el Yang
- Verdad y Lógica
- Números enteros y no enteros
Y un ejemplo más didáctico: Una persona es un ser
vivo que puede estar quieto o en movimiento; pero no necesariamente tiene que
moverse o estar quieto. La falsa dicotomía representa la conclusión de que una
decisión entre dos posibilidades es una necesidad cuando no lo es.
Del mismo modo un bipolar puede estar depresivo o
maníaco, aunque no necesariamente tiene que estar en ninguno de los dos polos,
mas bien pueden complementarse. Esta es la dicotomía de un bipolar, estar
fraccionado en conceptos, complementarse entre sus dos bien definidos polos.
Algunas personas pueden pensar que somos temperamentales
o como le dirían en inglés, moody; ahora triste y en diez minutos contento,
saludamos hoy y mañana no. Pues no es exacto, pero si inclusivo. Otros creen
que, pensamos de una manera y al rato cambiamos de opinión, pues no es así,
pero hay un margen de probabilidades de que suceda.
En realidad, esta condición hace que las emociones
no estén balanceadas, ni justificadas; es decir que, la tristeza no responde a
una causa y la super alegría no tiene motivo. Es la eterna adolescencia de las
emociones.
Tambien amamos con desmedida razón, porque hasta el
amor tiene sus razones y cuando la decepción arriba, lo cual es sumamente posible,
loable y extremadamente fácil; el sistema se quiebra, hay dolor, ira, vacío y
todo en grado superlativo.
¿Qué somos malas personas? No, porque ello tiene que
ver con dañar a otro con intención. ¿Qué somos buenas personas? Como en todo
género, unos si otros no tanto.
Que sí, que es cierto que la tristeza nos puede
hacer presa aun cuando todo en nuestras vidas marche bien, cosa que no es muy
común para nosotros. Y que sí, también podemos ser hiperbólicamente felices,
excitados, exaltados, eufóricos, entusiasmados, a pesar y en contra de
cualquier argumento y situación. Del mismo modo, somos leales a nuestros
principios y valores, a los afectos, a pesar de los cambios emocionales somos
leales hasta que, sentimos que nos traicionan y podemos tomar por traición
cualquier desliz. Total, que sentimos con más intensidad que el común mortal.
Y es lógico pensar que existen medicinas para tratar
esto pero no nos gusta estar medicados porque nos hace sentir insuficientes y
la mayor parte del tiempo creemos que podemos manejar la condición, lo cual no
es totalmente falso pues existen disciplinas como el Tai Chi y otras artes
marciales, la meditación, los ejercicios de relajación y para algunos hasta las
manualidades o las artes que ayudan a controlar los saltos de nuestra mente y
nuestro estado de ánimo, pero no son una verdadera solución.
¿Que somos difíciles? ¿Qué las relaciones
interpersonales son muy complicadas?
Pues sí y sí. La realidad y la verdad pueden ser dos
cosas diferentes.
Finalmente, siempre queremos que nos comprendan, aun
sabiendo que eso no es posible y cuando reconocemos esta imposibilidad, al
menos deseamos que si no están en nuestros zapatos, no nos juzguen. Nosotros no
queremos lastimar a nuestros seres queridos, pero a veces se sale de nuestro
control. En nombre de todos los Bipolares, humildemente pido disculpas. Y aquí
está la Mea Culpa de la no culpa.