viernes, 29 de abril de 2016

POR AMOR AL VENDEDOR








                Todos conocemos a esas personas que venden para las funerarias y cementerios, con todo respeto para los que se esa manera se ganan el sustento quiero decir la impresión que causan y lo terriblemente molestos que pueden ser. Ya sé que tratan de hacer su trabajo: VENDER; vender cualquier cosa es ya una ardua tarea, pero vender un servicio para algo que la mayoría de nosotros tratamos de ignorar, algo en lo que ni siquiera quisiéramos pensar, es tarea doble.
Ahora bien, estos vendedores te asaltan en medio de la calle; cuando sales del supermercado cargado de bolsas y solo deseas llegar a casa para preparar la comida o para descansar, o tocan a tu puerta a las horas menos apropiadas o es que en realidad no hay hora apropiada para recibirlos; te extienden su tarjetica de negocios y te dicen “por pavor, tome mi tarjeta”, pero una vez que extendiste el brazo para alcanzarla, aun no sabes ni de que se trata, entonces ellos creen que te atraparon y siguen caminando a tu lado, o meten la cabeza por tu puerta, dándote una extensa y no pedida disertación acerca de los servicios que ofrecen. Hasta aquí ya resultan latosos, pero la mejor parte es cuando tú amablemente le dices, “ya yo tengo mi servicio comprado”; ahí es cuando en verdad comienza el absurdo, irrespetuoso, insistente, agobiador y desquiciante proceso de tratar tú de convencer al vendedor que no quieres sus servicios porque ellos te preguntan irreverentemente, ¿Dónde lo compró?
Y yo me pregunto generalmente en silencio pero confieso que en ocasiones le espeto la pregunta a la cara ¿A usted que le importa? Pero no se crean que con esa pregunta resolvieron el problema; no, no se dan por vencidos, ellos insisten y salen con razonamientos como: tal vez usted compró algunas de las cosas que va a necesitar, pero no todo. Uno se calla mientras pone las bolsas de compra en el automóvil, y ellos siguen ¿A ver, compró usted el abrir y cerrar el hueco? “Que bella imagen”, usted sigue cierra el porta equipajes y abre la puerta de su auto, calladito; el vended@r le insiste: “quizás compró la caja (que hermoso pensar en mi caja), pero no reservó el local, o el que reservo es muy pequeño (como si eso importara), nosotros tenemos lugares, muy buenos en nuestro cementerio (sí, claro, porque yo lo quiero con vista al mar). En fin ya estas sentado en tu auto, ya arrancaste el motor y aquel mosquito sigue zumbando en tu oído, pones esa cara, ya sabes, con expresión de que debes dejarme YA, no lo capta o prefiere ignorarte y tú, haciendo acopio de toda la diplomacia, la elegancia, la delicadeza y el buen decir:” Por favor, no pierdas tu tiempo, ni me hagas perder el mío; yo tengo ya paga mi cremación y no quiero ningún servicio más”. Aja!, ya te creíste que terminaste, pues espera a ver que sigue: “pero quizás sus seres queridos desean un velorio... Ya no le dejas terminar la frase y le gritas, literalmente, es un grito que ya se estaba ahogando en tus cuerdas vocales, un grito que oprimía el aire en tus bronquios: BASTA, DÉJAME EN PAZ, VETEEEE!!!!!

sábado, 9 de abril de 2016





VERDE


Cuando te vi llegar,
no sabía.
Ojos de campo,

verdor de esplendor,
suave,
sutil,
intensa,
positiva.

Nada sabía
cuando te vi llegar,
arrastraste cual tormenta
portales y viviendas.
Plagaste con fervor
mi ávida esencia.

Verde tus ojos,
verde tu palpitar,
verde que sólo verde
sabias tu fulgurar.
Y te fuiste,
te alejaste.
Y te quedaste,
para nunca escapar.©T.N.


70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...