sábado, 8 de enero de 2011

MI GEMELO

Dejaste muchas cosas en casa que, realmente no fue nunca tu casa, aunque mi gemelo te ve por todos los rincones. Mi gemelo, que se quiso inmolar como cordero cuando te fuiste o más bien cuando no regresaste porque irte, lo hacías todos los días, pero al día siguiente volvías, llenando la casa de luz, según sus palabras.

Mi gemelo es un ser pensante con cierta inteligencia y escaso sentido práctico. Mi gemelo es un buen corazón con sentimientos tan fuertes que doblegan la voluntad. Por eso, precisamente por eso le quiero y le aborrezco a un tiempo. Yo quería su inmolación, yo quise darlo en ofrenda a los dioses para salir de ti, para matar tu violencia.
Te llevas todo por delante, te llevas todo a tu paso y no digamos que embistes como toro bravo, si apenas con paso danzante te acercas lentamente, revoloteas al aire, te meces muy suavemente en el viento; pero arrasas.
Si tocas algo, tu contacto es como seda, rozas como calida caricia y el tonto respira aroma de ti como es más caro perfume. ¡Ay de mi gemelo!, que percibió todo esto sin entender que eras brasa de hoguera exaltada que nada más quería quemar todo el prado y esparcir las cenizas para que, sólo quedase la huella de tu paso suave, cadente y sensual. ¡Ay de mi gemelo! que por haber nacido conmigo quizás no creció.

Mi gemelo ríe con esa frescura que produce la lluvia en días de verdadero calor. Mi gemelo tiene dos faritos azules que iluminan al mirar, pero mi gemelo también llora con aullidos de lobo y sollozos de niño. Y he aquí donde lo detesto porque yo insisto en que tan limpia sonrisa matizada de picardía y tan resplandeciente brillo en sus ojos no pueden, no deben, hay que evitarlo a toda costa, oponerse duramente, negarse con firmeza a que, se opaquen o apaguen dentro de esa expresión que ahora tienen, donde ni siquiera tristeza hay.
A decir verdad, no se trata de que este en tu contra, es sólo la regresión al vacío y el gemido constante de tus cosas porque así me lo ha explicado mi gemelo, que cada habitación te llama, y el baño es el peor; un peine que clama, una hebilla que solloza y que decir del cepillo y tu jabón de miel. En fin, que no se puede permanecer allí por mucho tiempo. Te digo que no es nada personal, pero es que en la vida se puede ser cualquier cosa, pero es menester el mantener cierta seriedad con lo nuestro, con lo que nos pertenece.

70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...