Calígula.
Te conocí una tarde, a la hora en que el sol se despide. No fue un encuentro casual, me invitaron tus físicas credenciales, y yo quedé muerto: qué palabra tan inapropiada y tan justa entre tú y yo.
Aquella, tu frívola belleza, con aire del que pasa por la vida sin mirar alrededor, me haló a tu cintura y me acordonó a tu suerte. Aún te llevo prendida, como flor que engalana mis recuerdos, como la preciada alhaja que se convierte en reliquia, y que, a más antigüedad, mayor valor.
Me ha costado muchos años poder escribir sobre ti. Aún hoy, no sé si lo lograré, pues nada me parece exacto ni preciso, a todo le falta algo. ¿Qué?, quizás faltas tú.
Vivimos en Calígula, nuestra bella isla, como ermitaños románticos, como clásicos de un amor fuera de época. Disfrutamos de sus playas, dejando que el viento vivificara la piel y sus aguas lavaran las almas de dos locos de amor, que con sólo mirarse, se daban el sol. Jugamos al labrador y comimos de nuestros frutos, alimentamos a otros que no nos pertenecían y bailamos la música de las olas. Y fuimos felices, elocuentemente felices.Conocimos la ley del ciclo, comprobamos la inmortalidad del alma. Nuestro encuentro era uno entre tantos, y lo sabíamos desde el primer momento. Yo fui un poco lerdo, ávido de saber, desconfiado, o más bien curioso, ante tanta maravilla; tú, un hada de luz, que comprendías mi debilidad y sonreías indulgente a mis absurdas manías.Nuestra vida se convirtió en dos círculos superpuestos, donde mi Diana eras tú y tu Diana era yo. Un Universo cerrado, adonde todos podían acercarse, mas, realmente, ninguno podía entrar.La primera vez que nos besamos, yo sentí que era el tuyo el beso esperado, tú te diste cuenta de que a partir de ahí empezabas a conocer el amor. Y sólo hacía falta mirarnos, usábamos las palabras por dar caricias a los oídos. Nada importaba a tu mundo, si no ser mi mundo, y yo no tenía más mundo que tú.Hoy, al mirar atrás, creo que nunca vivimos en la realidad. Las horas en que por desdicha caíamos en la rueda de lo cotidiano, entrábamos pendientes de las campanadas del reloj, que de nuevo marcaban el retorno a la morada.
En alguna ocasión, supimos que habría un desencuentro; yo vi el final de esta etapa, lo vi con los ojos de la sensación, y tú, evasiva, siempre lo ocultaste a tu razón.Todos sabían, todos menos yo, que, habiendo perdido el control, quizás nunca ajusté los platillos de la balanza. Todos sabían y sabemos; ahora me incluyo yo, que me diste, no lo mejor de ti, que me diste todo, que te diste, agotándote completamente, y te quedaste sin fuerzas, te apagaste en tu soledad, después que yo me marché. Fuimos necios, por desconocimiento, no pudimos apreciar que aquel canal de energía vehemente no lo estábamos utilizando acertadamente, pero, como la ignorancia no exonera el efecto, provocamos el desbalance en nuestras vidas, ya para entonces separadas. Y tu luz se apagó, tu canto enmudeció y las campanas ya jamás volvieron a repicar ni para ti, ni para mí. El acto había terminado.
Quiero pensar que fue nuestro tiempo, el justo y adecuado, y que cumplimos con la misión de este nuevo encuentro.
Calígula pereció tras un ras de mar. Quedaron tus rocas, y quedé yo como testigo de tu alma y de tu amor. Será una nueva tierra, quizás un nuevo sol, pero el mar, sea cual sea, volverá a bañar nuestro amor
martes, 24 de febrero de 2009
domingo, 1 de febrero de 2009
ES MI HABANA
La novia esta dormida
y yo duermo en su regazo
O soy yo quien duerme
y ella reposa sobre mi
¿Está dormida o está muerta?
Tanto golpe lastimó su centro
Pero ella es el mio
No importa si duerme
o esta muerta
Es mía
Es mi Habana
y yo duermo en su regazo
O soy yo quien duerme
y ella reposa sobre mi
¿Está dormida o está muerta?
Tanto golpe lastimó su centro
Pero ella es el mio
No importa si duerme
o esta muerta
Es mía
Es mi Habana
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