sábado, 9 de julio de 2011

LOS COLORES DE RYAN


Era aun temprano, tan temprano en el día que comenzaba que, era la luna quien alumbraba el pequeño sendero que con pasitos tímidos pero audaces recorría Ryan. Este niño inquieto quería conocer el mundo.
Ryan había despertado porque MC Queen había sonado, dormía con el carrito personaje de esa famosa película y cuando el carrito se cayó de la cama sonó, Ryan abrió sus enormes ojos color aceituna, se levantó y miró por la ventana; la luna era grande, muy grande, y a él se le antojó que era tiempo de jugar, jugar a ver si encontraba un tesoro porque alguien le había contado que en noches de luna llena, los exploradores podían encontrar los tesoros mejor, ya que la luna les guiaba.
Sin hacer ruido bajó las escaleras y llegó a la cocina de donde cogió un banquito que arrastró hasta la entrada de la puerta, se encaramó en el y marcó 1410 que además de ser el día y año de su nacimiento era el código para desactivar la alarma, una vez hecho esto se aseguró de que todo seguía en silencio y salió por la puerta trasera al patio y de ahí atravesando una cerca a medio construir comenzó a caminar por el bosque de pinos que tenía al fondo de su casa.
Los primeros rayos de sol se asomaban en el horizonte y Ryan no podía entretenerse en mirar las flores, ni contemplar las hojas u oír a los pajaritos cantar, la verdad era que Ryan había visto una gran olla de color verde entre los árboles el día en que su papá, que estaba muy apurado había cortado camino por allí pero no le dejo acercarse, le dijo que no quería que se ensuciara, y que además sólo era una vasija vacía, pero no, claro que no; Ryan sabía que era algo más y eso era lo que él quería comprobar, recordaba exactamente el lugar; aquella olla con tapa estaba debajo de un árbol muy alto y frondoso, detrás de una gran piedra que parecía encubrirlo pero él, Ryan, descubriría lo que fuese ese tiesto tan grande y sin flores.


Aja!, lo encontré- dijo Ryan al verlo; era hermoso, grande y de un color verde muy brillante, él nunca había visto algo igual.
Agarró el asa con ambas manos y tiró, nada sucedió.
De nuevo puso sus manitas en la agarradera, se paró firme, abriendo sus piernas para apoyarse mejor, aló con fuerza; nada, no se abrió.
Se llevó las manos a la cabeza, se sacudió el pelo con ambas manos, buscó con la vista y encontró un cajón, así seria mas fácil, si él quedaba más alto sería mejor, apretó su boquita para hacer más fuerza y uhhhh!. Nada.
- Pish!, oyó, pero pensó que no era nada, tenía que apurarse, si amanecía por completo tendría que regresar.
- Pish!, sin levantar la cabeza, y mientras se preparaba otra vez para quitar la tapa, Ryan contestó.- Si hay alguien que me de una manito, que venga.
- Claro que si, Hola como estas?, dijo parándose frente a el una preciosa ardilla de pestañas largas.
- Y tú Quien eres?
- Tu no me conoces pero yo a ti si
- Y de donde?
- Acostumbro a visitar a una amiga en el árbol del patio de tu casa.
- Ah! Ya veo, me puedes ayudar?
- No se, puede que si y puede que no. Para que quieres abrir la olla?
- Para ver lo que hay dentro
- Pues yo creo que no debes
- Tu sabes que hay?
- Puede que si, puede que no.
- Dímelo, por favor
- Puede que si, puede que no
- Si, te lo pido, dime que contiene esta olla
- Que crees tu?
- Yo creo que un tesoro y que soy yo quien lo descubrió.
- Puede que si, puede que no
- Me lo dices
- No creo
- Me ayudas a abrirla
- Puede que si, puede que no
- Si, de veras lo necesito, ayúdame y siempre te daré nueces cuando vayas por mi casa
- Si lo abrimos ya nunca se podrá cerrar
- No me importa
- Puede que si, puede que no
- Ya basta, ayúdame, lo harás?
- Pero no es con fuerza que este se abre, son palabras mágicas de un nombre.
- Y tu como lo sabes?
- Lo se
- Y cual es el nombre
- Ryan, ese es el nombre.
- Ese es mi nombre
- Eso ya lo se
- Me ayudaras?
- Vamos.

Ryan encima de su cajón aferró sus manos al asa, la ardilla rodeó al niño por la cintura y se agarró con su cola al cajón.
- Ahora, pero diremos las palabras mágicas primero
- Cuáles son
- A ver con la R
- RISA, dijo el niño
- Muy bien, ahora con la Y , yo digo que sirve de unión, y que puedes formar otra con la A
- AMOR
- Re bien yo digo que la N es NECESITAMOS y decimos todo mientras halamos
- halaremos a la una, a las dos, a las tres, ya.
RISA Y AMOR NECESITAMOS!!!!!!!!!
Ambos cayeron de espaldas al piso, reían sin parar.

Ryan gritaba: Mira, azul, verde, rojo, mira. Sus ojillos brillaban con una luz sin igual, abría su boquita y se volvía a maravillar, - Cuantos colores, que maravilla, descubrí mi tesoro, lo hallé, decía saltando.
Y en verdad Ryan había encontrado sus colores, un hermoso y gran arcoiris que le acompañaría por siempre.

70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...