miércoles, 12 de mayo de 2010

OBJETOS PARA ENCONTRAR UNA HISTORIA VI

Volví a ver a Anselmo, sí, lo seguiría viendo siempre, pero ahora sabía cual era mi verdadero papel en su vida, estoy convencida de que Anselmo se dio cuenta de cuanto me había afectado con sus tristezas.
- Vamos a ver muchacha, ¿Qué más quieres saber?- me dijo la tarde del siguiente día- Tienes mi vida en tus manos, que ¿ahora escribirás un libro?- preguntó sonriente.
- No, claro que no, pero yo quiero- me callé, lo que yo quería era la explicación de la conducta de su hijo, lo que yo quería era algo que nadie me podía dar.
- Ya lo sabes todo, después de la jubilación, fui duro por primera vez con Tito, le prohibí que le diera trabajo a su madre y le ordené ocuparse de su hija si es que la traía a casa. Nos enemistamos, no trajo más a mi nieta porque decía que Eva le iba a hacer daño, empezó a tratarnos como a extraños y cuando Eva empeoró y la tuve que ingresar en el hospital, él decidió casarse de nuevo y yo me fui al garaje.
- Así, ¿sin más?-pregunté.
- Así, pero ahora ha llegado mi turno-dijo muy serio.
- ¿Su turno?-pregunté extrañada.
- Si, ¿acaso entre dos amigos no existe el mismo derecho?, ahora tú tienes que contarme tu vida en detalles y si quieres, preséntame al joven que te regaló esa manilla que traes-dijo mirando mi muñeca derecha en la que yo traía puesta la manilla de Luís.
- No me la regaló, es un préstamo.
- Bueno, cuéntame de todos modos-dijo la sonrisa más diáfana que nunca había visto yo.





En Memoria del
Doctor Israel Núñez Márquez
03/13/1984.

70 Años

  Arribo a la década siete siete escalones del aprendizaje siete mares recorridos siete.   Y setenta son muchos, o quizás son tan pocos porq...